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Tu imagen personal en el trabajo

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La imagen personal que transmitimos en el trabajo es algo más que la apariencia, engloba desde el vestuario, hasta el comportamiento, la higiene o el lenguaje corporal. Con estos tips sabrás como transmitir seguridad, confianza y empatía en tu entorno laboral.
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La imagen personal que mostramos en el trabajo revela nuestra propia marca, aquello que queremos proyectar a los demás. La primera impresión que causemos es crucial para muchos aspectos del futuro. Por ejemplo, en una entrevista laboral, una mala apariencia puede superar a un buen currículum. Pero la imagen es algo más que la apariencia. Engloba una serie de características, como la higiene, la forma de hablar, el comportamiento, el modo de sentarse o estrechar la mano, incluso el tono de voz o la sonrisa. Todo habla por nosotros, y por tanto hay que cuidarlo.

Nuestra imagen debe responder al tipo de trabajo que desempeñemos. Por poner un ejemplo, la imagen de un abogado no es la misma que la de un creativo publicitario. Cada uno trata de transmitir un lenguaje diferente. Mientras el primero debe ser más correcto y serio, el segundo debe proyectar confianza, cercanía y, sobre todo, creatividad. Se trata, por tanto, de encontrar la imagen más adecuada para tu día a día.

Imagen personal en el trabajo

El comportamiento es una de las claves a la hora de forjar una buena imagen personal de nosotros mismos. En el ámbito laboral, debemos proyectar seriedad y responsabilidad, cualidades que hay que saber combinar con buen humor, cercanía, educación y empatía para crear buen ambiente en el equipo de trabajo y, por lo tanto, mejores resultados. Cosas tan básicas como sonreír cuando se entra en la oficina, saludar y dar los buenos días, interesarse por los demás, pero sin entrar en intimidades, son cruciales a la hora de dar una buena imagen.

Además hay que mostrar optimismo. Una persona negativa que no ve salida a los problemas y para la que todo es motivo de queja, no solo crea un clima enrarecido a su alrededor, sino que además proyecta una imagen de debilidad, lo que desemboca en que no se le encomienden grandes proyectos o puestos de líder con la creencia de que no va a poder sacarlos adelante.

La comunicación es otro factor clave. Todo se puede –y se debe- decir, siempre que se haga con educación. Hay que evitar intermediarios e ir a hablar directamente con la persona interesada. Ni que decir tiene que los chismorreos sobre los jefes o compañeros están totalmente desaconsejados, ya que, además de no solucionar el problema, crearán cierta desconfianza sobre ti. Normalmente, cuando alguien critica, no lo hace de forma aislada, por lo que tus compañeros sabrán que, igual que hablas mal de otros, también lo harás de ellos.

Por último, hay que estar siempre dispuesto a ayudar a los demás. Al fin y al cabo, la eficiencia de los compañeros se traduce en buenos resultados para la empresa, lo que repercute también en ti de forma positiva. Eso sí, no hay que confundir la ayuda con hacer el trabajo de los demás.

Cómo vestirse para proyectar una buena imagen personal

El color y la prenda elegida pueden reafirmar o distorsionar tu imagen personal de marca y, en consecuencia, reflejar u ocultar tus valores internos. En la sociedad en la que vivimos, el medio es el mensaje, o lo que es lo mismo, interpretamos que la imagen es el reflejo de los valores internos de una persona, aunque no sea así.

En 1975, John T. Molloy definió en su libro Dress for Sucess (Vestir para el éxito) el efecto que tiene la ropa en el éxito personal y laboral de una persona, y sus premisas aún se siguen teniendo en cuenta. Entre otras cosas, aseguraba que un buen guardarropa “no catapulta tu carrera, pero uno mediocre la hundirá sin remedio”.

Para no caer en errores de estilismo, existen unos códigos generales según el tipo de trabajo que desempeñes que te ayudarán a acertar:

  • Casual informal: para casos en los que se requiera poca formalidad o para los casual fridays. Las mujeres puede llevar vaqueros, camisetas y blusas; bailarinas, sandalias con cuña o botines; y blazers o americanas tipo sport. Los hombres pueden llevar vaqueros o pantalones tipo chino; polos, camisetas o camisas por fuera; chaquetas de sport; y zapatos oscuros o zapatillas de deporte.
  • Business casual: para ambientes en los que se permiten ciertas licencias sin llegar a ser informales del todo. En estos casos, las mujeres tienen un amplio abanico de posibilidades, desde un conjunto de camisa o blusa y pantalón de corte clásico, hasta un vestido de un largo no superior al de la rodilla, zapatos cerrados, accesorios discretos, entre otras muchas opciones. Los hombres, por su parte, deben ir con camisa de vestir de manga larga o polo de un solo color; vaqueros o pantalones tipo chino con cinturón de cuero; blazer; y mocasines de piel o zapatillas de deporte.
  • Smart casual: para entornos en los que hay que ir arreglado, pero no se requiere traje. Para ellas, se aconseja camisas de manga larga, traje sastre de falda o pantalón, pantalones de algodón o tweed de color oscuro, vaqueros en tonos oscuros, vestidos lisos, falda lápiz a la rodilla, y zapatos de salón de tacón medio. Ellos pueden llevar blazer de algodón o en su lugar un jersey o cárdigan; camisa de manga larga o polo de un solo color; pantalones de corte slim; vaqueros oscuros; traje sin corbata; mocasines; y cinturón de piel o tela.

No olvides que hasta el mejor outfit puede caer en picado si no lo acompañas de una buena higiene, algo fundamental en todos los aspectos de la vida. Es imprescindible desprender buen olor, llevar la ropa limpia, planchada y cuidada, y los zapatos siempre en buen estado. En este sentido, el Seguro de Hogar MAPFRE cubre la ropa dañada durante un robo o accidente, así como los complementos que se hayan podido deteriorar por diferentes motivos. Para disfrutar de esta garantía, no olvides incluir esos objetos en un inventario previo.

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La importancia del lenguaje corporal

Cuando mantenemos una conversación, el 45 por ciento de lo que recibimos nos llega por las palabras, el resto (55 por ciento) por el lenguaje no verbal. Y es que nuestros gestos hablan más de lo que creemos. De hecho, según diversos estudios, cuando conocemos a una persona nueva, nos bastan tres minutos para aventurarnos a evaluar cómo es, y todo en base a su lenguaje corporal. Pero la cosa no queda ahí, y es que esos minutos son cruciales, pues crean en nosotros una opinión que será muy difícil de cambiar en el futuro.

Empleados en una reunión

La prestigiosa psicóloga estadounidense Amy Cuddy, especializada en comunicación no verbal aplicada al mundo de los negocios, cataloga este lenguaje en dos tipos posturas: las que expresan poder y las que muestran sumisión, y asegura que adoptar las poses de poder no solo nos puede ayudar a conseguir un trabajo; sino que también nos hacen sentir mejor y con más éxito. Eso sí, hay que hacerlo con mesura para no dar una imagen personal dictatorial de nosotros mismos. Pero entonces, ¿qué podemos y no podemos hacer?

  • Voz profunda: está demostrado que los hombres y mujeres con voces más graves y profundas suelen llegar a posiciones de liderazgo, ya que transmiten una imagen de autoridad. Si vas a hacer una entrevista de trabajo, respira fuerte, desde el diafragma, antes de hablar. Esto hace que la voz sea más grave.
  • Contacto visual: mirar a los ojos al interlocutor es una muestra de interés en la conversación. Por el contrario, esquivar la mirada genera desconfianza. Pero tampoco hay que mantener el contacto todo el tiempo, ya que se considera algo agresivo y hasta desafiante. Lo mejor es la naturalidad.
  • Sonrisa natural: es la mejor carta de presentación en cualquier situación, pero resulta imprescindible en entrevistas y reuniones de trabajo.
  • Caminar con confianza: la forma de andar dice mucho de nosotros. Si quieres transmitir seguridad en ti mismo, debes caminar derecho, erguido y con la cabeza alta, pero con cuidado de no levantar el mentón en un ángulo superior a los 90 grados, ya que denota que te sientes superior al resto.
  • Estrechar la mano: se trata de un gesto muy común en el entorno laboral y que transmite muchísima información al interlocutor. El apretón de manos debe ser firme, seguro, y siempre manteniendo el contacto visual. Lo que no se debe hacer es apretar demasiado, o hacerlo de forma desganada o mirando para otro lado, ya que denota desinterés. Las manos deben estar en vertical, que es una muestra de igualdad. Si pones la mano en horizontal con la palma para abajo estás trasmitiendo superioridad. Lo mismo ocurre si durante el apretón pones la otra mano sobre el mismo.
  • Manos a la vista: cuando tengas que exponer un proyecto o una idea, muestra las palmas de tus manos. Esto no solo es señal de confianza, también denota que hablas desde la sinceridad y que no tienes nada que esconder.
  • Tocarte la cara: si durante una conversación te llevas la mano a la boca, te tocas la nariz, te masajeas la sien, etc., estás mostrando inseguridad o, peor aún, que estás mintiendo. Lo que sí puedes es tocarte el mentón o la barbilla, ya que denota interés.

Tampoco es necesario calcular todos los movimientos, a veces es mejor la naturalidad. Pero en momentos puntuales no está de más añadir un poco de información extra con los gestos.

Publicado por Blog Planes de Futuro MAPFRE
- 9 Ene, 2024
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