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Un tercio de los españoles se jubila antes de tiempo. De acuerdo con los últimos datos de la Seguridad Social, referentes a 2022, un 34% de las personas que accedió a su jubilación no esperó a cumplir los 65 o los 67 años que marca la ley (según el tiempo que se tenga cotizado). Aunque este porcentaje ha bajado en los últimos tiempos -llegó a ser el 44% en 2016-, está claro que el sueño de muchas personas es dejar de trabajar lo antes posible. Sin embargo, la jubilación, anticipada o no, es una decisión que puede tener consecuencias psicológicas y emocionales negativas. El retiro implica a menudo un cambio repentino en la rutina, las relaciones sociales, las finanzas personales e incluso la propia identidad. Hay que prepararse para dar ese paso. Frente a ello, retrasar la edad de jubilación es una opción que, al contrario de lo que se puede pensar, no perjudica necesariamente la salud.
¿Cómo afecta la jubilación a la salud mental?
Mucha gente envidia a los deportistas: son jóvenes, exitosos, ganan mucho dinero… y suelen jubilarse pronto. Demasiado pronto, según los psicólogos. Un estudio del Consejo Superior de Deportes, que entrevistó a 160 deportistas de élite, concluyó que “los procesos de jubilación plantean una problemática global en cualquier sector laboral, pero en el deporte de alto rendimiento es altamente problemático por los cambios de forma de vida, actividad y sensaciones emocionales que padecen los implicados”.
Uno de los casos más famosos es el del nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos que, al retirarse tras los juegos de Río de Janeiro, en 2016, sufrió una depresión. “He estado encerrado en mi habitación durante tres o cinco días, sin comer, apenas durmiendo, sin ganas de vivir”, dijo en una rueda de prensa.
Para las personas que se retiran más allá de los 60 años, este salto de la actividad a la inactividad laboral no es tan brusco, pero los riesgos a los que se enfrentan son los mismos. Estos son los retos psicológicos y emocionales más comunes de la jubilación:
Establecer una nueva rutina
Paradójicamente, los primeros días de los jubilados pueden ser más estresantes que la vida anterior. De pronto tienen mucho tiempo libre, pero no todos saben qué hacer con él. Los psicólogos recomiendan “abrazar el cambio” y tomarse la nueva etapa como otro momento del viaje de la vida, no como el destino final. Para ello, es importante mantener la actividad física y mental, tener hobbies e intereses, aprender cosas nuevas y establecer objetivos de corto y largo plazo.
Para mucha gente, un trabajo es mucho más que una forma de ganar dinero. Es algo que enriquece e incluso define su vida: son “la doctora”, “el profesor”, “la directora”, “el electricista”. Y de repente pasan a ser “la jubilada” o “el abuelo”. Al mismo tiempo, las amistades que tenían en el entorno laboral se transforman o desaparecen, y el pensionista puede sentirse aislado. Por todo esto, los jubilados deben redefinir su identidad con nuevas actividades y relaciones sociales al margen de su trabajo anterior. Aislarse en el sofá de casa nunca es la solución.
Adaptarse a una nueva situación económica
En España, más de la mitad de los pensionistas (el 52%) recibe menos dinero que los 14.000 euros anuales del salario mínimo. Así, la jubilación suele implicar “apretarse el cinturón” en mayor medida que durante la vida laboral. Hay más tiempo libre, en efecto, pero menos recursos para disfrutarlo, y esto puede generar estrés y ansiedad. De nuevo, los psicólogos aconsejan ser realistas, pero sin renunciar a los sueños: planificar metas adaptadas a la nueva situación financiera y, de ser necesario, buscar asesoramiento.
¿Afecta psicológicamente el retraso de la jubilación?
La respuesta es no, siempre que este retraso sea voluntario. Según un estudio de la Universidad de Berkeley, en California, “elevar la edad del retiro para aumentar la estabilidad financiera no causa daños psicológicos en el largo plazo”. Sin embargo, de acuerdo con esta misma investigación, tampoco trae grandes beneficios. La autora de este trabajo, la doctora Elizabeth Mokyr Horner, concluye que “la edad formal del retiro es relativamente neutral con respecto a la felicidad y el bienestar de las personas. Dadas las crecientes presiones fiscales para elevar la edad de jubilación, puede deducirse de mi investigación que el bienestar se verá afectado sólo marginalmente, o de ninguna manera en absoluto, por estos cambios”.
Es decir, se jubile cuando se jubile, la persona deberá afrontar, a la hora de adaptarse a su nueva situación, los mismos riesgos emocionales y psicológicos que ya hemos mencionado. Podemos adelantar o retrasar este momento, pero tarde o temprano llegará.
¿Y jubilarse perjudica la salud?
En este punto, los estudios científicos -y hay cientos de ellos sobre el tema-, no se ponen de acuerdo. Algunos afirman que jubilarse más tarde es bueno para la salud, pues permite mantener una mayor actividad del cuerpo y la mente; y otros aseguran que la reducción de los niveles de estrés compensa estos posibles efectos negativos. Al final, todo depende de cada caso particular: hay trabajos muy exigentes física o mentalmente, cuya extensión en el tiempo puede ser perjudicial; y hay empleos completamente sedentarios que tampoco son recomendables para las personas mayores.
La clave es prepararse con anterioridad y, cuando llegue el momento, conservar la actividad física y mental, evitar la soledad y, en definitiva, encontrar nuevas motivaciones para ocupar el día a día.
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