Tipos de gastos: cómo reducirlos y optimizarlos
Resumen del contenido
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Gastar es, según el diccionario de la RAE, “emplear el dinero en algo”. Un gasto podemos definirlo, por lo tanto, como cualquier salida de dinero que se destina habitualmente a la compra de bienes o servicios.
No todos los gastos son iguales. Existen prioridades y obligaciones. Una forma de catalogar los tipos de gastos es desglosarlos en fijos, necesarios, irregulares o extraordinarios y prescindibles.
Tipos de gastos
Gastos fijos
Son aquellos gastos de carácter obligatorio a los que hay que hacer frente ineludiblemente y que se repiten con una periodicidad mensual, anual, etc. Se sabe con antelación cuándo hay que pagarlos y qué cantidades hay que abonar por ellos.
Dentro de estos gastos podemos citar: los del alquiler o de la hipoteca, la cuota de la comunidad de vecinos, el pago de préstamos y compras aplazadas, los impuestos periódicos, las mensualidades de colegios o universidades, etc.
Estos pagos no suelen admitir demora y el retraso en su pago suele comportar penalizaciones, lo que supondría incrementar la deuda. En casos semejantes, si hubiera dificultades para pagarlos, habría que reducir los gastos en las otras categorías para conseguir efectivo, o intentar renegociar la deuda con los acreedores si la situación no mejorara.
Gastos necesarios
Los gastos necesarios no se pueden evitar. Aunque son estrictamente necesarios para vivir, tienen un cierto margen de maniobra. Sus cuotas se pueden prever a pesar de que pueden ser diferentes de una vez a otra.
En estos gastos se pueden incluir los de primera necesidad, como la comida, la ropa y el calzado. Asimismo, se incluyen los gastos de los suministros domésticos (electricidad, gas, agua, teléfono, internet, etc.); los destinados a la salud (dentistas, fisioterapeutas, ópticos, etc.); y los de transporte, ya sea privado o público, entre otros.
Gastos irregulares o extraordinarios
Estos gastos no tienen una regularidad fija, pero rara vez se podrán evitar. Como no se pueden prever, hacer frente a los mismos constituye un problema porque exige cierta capacidad de ahorro y un colchón previo para cubrir estas posibles eventualidades.
Como ejemplos de estos gastos, podríamos citar la compra de un ordenador o una televisión; cambiar el teléfono; regalos obligados; etc. También habría que incluir aquí las averías de los electrodomésticos o del coche; las obras de reparación en casa; una derrama en la comunidad de vecinos, etc.
Gastos prescindibles
En esta categoría se incluyen los llamados “gastos hormiga”, que son aquellos que suponen, generalmente, un pequeño importe, no son estrictamente necesarios y se repiten a menudo.
Se podrían evitar en su totalidad, pero dejarlos cuesta porque están muy relacionados con la calidad de vida y el estatus social.
Entre ellos podemos citar el gasto en tabaco, el desayuno fuera de casa, suscripciones a diversos tipos de servicios online, salidas nocturnas, pedir comida a domicilio, elegir destinos vacacionales muy lejos de casa, servicios de taxi, pequeñas compras compulsivas; una salida a un restaurante; un viaje de ocio…
Son gastos la mayoría de ellos insignificantes que sin embargo pueden representar el 25 por ciento del presupuesto mensual.
Cómo reducir y optimizar los gastos
Para disfrutar de una buena salud financiera y tomar decisiones con conocimiento de causa, es recomendable llevar a cabo una buena gestión de los distintos tipos de gastos, adoptando estos consejos:
- Elaborar un presupuesto familiar donde aparezcan los gastos y los ingresos mensuales correctamente clasificados.
- Procurar que el nivel de gastos no supere nunca al de ingresos actuales y previstos.
- Reducir o eliminar aquellos gastos superfluos que no proporcionen una verdadera utilidad.
- Revisar las cuotas de los servicios y suministros porque, aunque no se conseguirán grandes ahorros, su carácter periódico hace que, a largo plazo, tengan un impacto importante en la economía familiar.
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