El impuesto diferido entra en escena cuando el ejercicio financiero de una actividad empresarial tiene efectos en diferentes periodos. Es decir, este tipo de tributo surge si determinadas operaciones de la compañía no se reconocen en el momento actual, pero se deben declarar en un periodo financiero posterior.

En definitiva, se trata de una obligación a la que la empresa debe hacer frente en el futuro por no hacerlo en el tiempo que corresponde. De esta forma, se compensan las diferencias que existen entre las bases contables y las fiscales de los activos y pasivos, lo que se conoce como diferencias temporarias y que van a tener consecuencias posteriormente a través de una mayor carga fiscal o con una deducción.

H2: ¿Cuál es la finalidad de los impuestos diferidos?

Como hemos comentado, el impuesto diferido tiene como objetivo equilibrar las desigualdades que se generan entre el reconocimiento contable y el fiscal de los gastos e ingresos. Así, es posible que las empresas asuman un gasto por el tributo de la renta adecuado a cada periodo.

Este concepto fue introducido por la Norma Internacional de Contabilidad Nº 12 y se trata de una herramienta con la que pueden contar las compañías para compensar los posibles desajustes entre la actividad contable y las leyes fiscales vigentes en los distintos momentos. También en el caso de que la actividad financiera tenga lugar en varios ejercicios.

Para ello, el impuesto diferido siempre se debe aplicar sobre las diferencias temporales, pero nunca sobre las permanentes. Las primeras hacen referencia a aquellas que se llegarán a anular en algún momento. Sin embargo, las segundas son las que se mantienen en el tiempo.

H2: Tipos de impuestos diferidos

Los impuestos diferidos se clasifican en activos y pasivos:

  • Activos: significa que la empresa ha asumido un gasto fiscal mayor al que le corresponde durante el ejercicio en curso y, por lo tanto, puede deducir este abono posteriormente. De este modo, se produce una reducción o exención del tributo en el futuro debido a que ya ha sido adelantado.
  • Pasivos: en este caso se trata de la situación contraria, es decir, el contribuyente paga un impuesto inferior al que debe. Por lo tanto, la obligación queda pendiente para los periodos siguientes, lo que se traduce en el desembolso de un tributo mayor en los próximos ejercicios fiscales.

¿En qué se diferencian los impuestos diferidos de los corrientes?

Lo contrario de un impuesto diferido es un impuesto corriente. Este último tributo es la cuantía que satisface una empresa como consecuencia de un hecho que se produce en el mismo periodo.

En este caso, no se aplaza la obligación del abono a los ejercicios siguientes teniendo que pagar una cantidad superior o pudiéndose beneficiar de una exención, sino que el gravamen se liquida cuando corresponde. Si surgen dudas con alguno de estos temas relacionados con la contabilidad empresarial, lo mejor es recurrir a un experto para no cometer ninguna infracción.

Debe tenerse en cuenta que las obligaciones fiscales permanecen constantes a lo largo de toda la vida, incluso tras la retirada del mundo laboral. Por ello, para proteger la jubilación es importante contar con un Plan de Pensiones MAPFRE  que permite ahorrar de una forma flexible y adaptada a las necesidades de cada etapa.