Los monopolios en España son herencia de un pasado en el que el Estado ejercía un intervencionismo activo sobre los principales sectores de la economía, como las comunicaciones, el transporte y el suministro de energía. De manera paulatina, estos escenarios se han ido modificando, permitiendo la libre concurrencia de empresas y profesionales en los diferentes sectores.

¿Qué es un monopolio?

El término monopolio, compuesto por las voces griegas “mono” (solo, único) y “pōleîn” (vender), se utiliza para designar aquella estructura en la que un solo productor o vendedor controla la totalidad del mercado, es decir, está en posición dominante, con lo que puede imponer condiciones abusivas, fijar libremente precios al alza, o dificultar la aparición de competidores, entre otras consecuencias.

Generalmente, se considera que una empresa está en posición dominante cuando abarca más del 50 o 70 por ciento de la cuota total de mercado, o bien cuando es la única proveedora de un producto homogéneo para el que no hay sustitutivo.

Existen diferentes tipos de monopolios, entre ellos:

  • Monopolio puro: se produce cuando solo hay una empresa encargada de un nicho comercial. No suele darse en la economía real.
  • Monopolio natural: la empresa monopolista acapara la demanda del mercado, produciendo un coste menor que el que habría con diversas empresas compitiendo. Suele darse en los casos en los que es más eficiente que exista una sola empresa y los incentivos para las competidoras son nulos, pues deberían hacer una inversión inicial riesgosa
  • Monopolio legal o artificial: aquel que surge debido a la restricción de nuevas empresas al mercado por la concesión de franquicias públicas, patentes, licencias gubernamentales, etc.
  • Monopolio fiscal: se produce cuando el Estado confiere a una empresa la comercialización o producción de un bien en exclusiva con el objetivo de recaudar impuestos.

Ejemplos de monopolio en España

Desde el 7 de octubre de 2013, con la entrada en funcionamiento de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), se ha incentivado la lucha contra los monopolios en los mercados españoles. Estas estructuras en las que una empresa domina una parte o la totalidad de un mercado explotando de forma abusiva esta situación no está permitida, tal y como especifica el artículo 102 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) y el artículo 2 de la Ley de Defensa de la Competencia (LDC).

Las prácticas monopolísticas que quedan en España son la herencia del monopolio anterior de ciertas empresas. La Comisión Europea vigila que las situaciones de monopolio que podrían perdurar en servicios muy concretos como el transporte de energía o las conexiones internacionales de la electricidad o el gas desaparezcan de forma definitiva, eliminando concesiones en exclusividad.

Es el caso, por ejemplo, de las compañías eléctricas, de agua o de gas que antaño monopolizaban el mercado y que hoy controlan las redes de distribución. Se trataría de un monopolio natural, pues en estos casos, las características de estos servicios desaconsejan la presencia de muchas empresas. Así pues, tenemos varias comercializadoras de estos servicios, pero sus redes de distribución tienen una estructura de monopolio.

Otros ejemplos similares en España son Aena y Renfe. La primera impone a las aerolíneas unas tarifas aeroportuarias por el uso de determinados servicios. En cuanto al trasporte ferroviario, hasta hace poco era monopolio de Renfe, que era la empresa que controlaba el uso de la infraestructura. Sin embargo, con la entrada del operador público francés SNCF, que empezó a operar el 9 de mayo de 2021, nacerá un nuevo competidor de Renfe con su propia infraestructura.

En el mundo, han existido y existen otros casos sonados de monopolio. Uno de ellos es el del grupo De Beers, dedicado a la extracción y comercio de diamantes. Durante décadas, la compañía mantuvo el monopolio casi total de la producción de diamantes en todo el mundo, lo que generó una escasez artificial y, en consecuencia, hizo que el precio de los diamantes se mantuviera elevado.

También encontramos ejemplos de monopolio en algunos países que cuentan con petróleo, donde los Estados dirigen las empresas para controlar la producción del hidrocarburo.

Lo último son las tecnológicas. Para el congreso estadounidense, el grupo de multinacionales tecnológicas conocidas como GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) funciona como un monopolio (a pesar de tratarse de cinco empresas distintas, la clave está en que no compiten entre ellas). En este caso, no obtuvieron su monopolio compitiendo en un sector y absorbiendo a su competencia, sino desarrollando mercados completamente nuevos.