La estructura del modelo fiscal de un país es un factor clave que influye en el modelo de crecimiento económico. El mejor sistema tributario debe ser fácil de cumplir para los contribuyentes. Su objetivo debe ser promover el desarrollo económico al mismo tiempo que genera ingresos suficientes para el funcionamiento de un Estado y para el cumplimiento de las prioridades de un Gobierno. Por el contrario, y en el ámbito de la tributación internacional, los sistemas fiscales mal estructurados pueden generar muchos gastos y niveles excesivos de presión fiscal, distorsionar la toma de decisiones económicas y perjudicar a las economías nacionales.

Europa puede presumir de contar con los mejores modelos tributarios del mundo. Según se desprende del informe International Tax Competitiveness Index 2023 de Tax Foundation, que explica cuáles son mejores sistemas fiscales, el Viejo Continente cuenta con ocho de los diez más competitivos.

Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indican que, por décimo año consecutivo, Estonia tiene la mejor estructura impositiva del mundo desarrollado.

El informe analiza y desglosa:

  • Los impuestos de Sociedades de los países de la OCDE.

  • Los impuestos sobre la renta de las personas físicas (IRPF).

  • La fiscalidad del consumo (IVA, entre ellos).

  • Los impuestos sobre la propiedad.

  • El tratamiento de las ganancias obtenidas por las empresas en el extranjero.

¿Cuál es el ranking de la competitividad fiscal?

En el Top Ten de los sistemas fiscales más competitivos del mundo, la República de Estonia está acompañada por Letonia, Nueva Zelanda, Suiza, República Checa, Luxemburgo, Turquía, Israel, Lituania y AustraliaEspaña ocupa el puesto número 31, por encima de países como Islandia (32), Polonia (33), Portugal (34) o Italia (37). Alemania se sitúa en la posición número 18.

El estudio valora especialmente cuatro características positivas del código tributario de Estonia. En primer lugar, en Sociedades aplica un tipo fiscal del 20 por ciento sobre los ingresos corporativos que sólo grava los beneficios distribuidos a los accionistas. En segundo lugar, tiene un impuesto plano del 20 por ciento en el IRPF, sobre la renta individual, que no grava los ingresos por dividendos personales. En tercer lugar, el impuesto sobre la propiedad sólo se aplica sólo al valor del suelo, y no al de los bienes inmuebles o del capital. Por último, la República báltica exime de tributación al 100 por ciento de los beneficios obtenidos por las empresas del país en el extranjero, con pocas restricciones.

A nivel global, Colombia es el país menos competitivo del índice de Tax Foundation debido principalmente a su elevada fiscalidad en Sociedades, con un tipo del 38 por ciento, y al impuesto sobre la propiedad. Tiene un impuesto a la riqueza neta, un impuesto a las transacciones financieras y la tasa impositiva sobre la renta corporativa más alta del 35 por ciento. El IVA de Colombia cubre menos del 40 por ciento del consumo final, lo que revela lagunas tanto en materia de políticas como de aplicación.

También sorprende Bélgica, que cae hasta el puesto 27 en el índice de este año (desde el puesto 22 en 2022). El país flamenco limitó las pérdidas amortizables del 70 al 40 por ciento de la base imponible superior a 1 millón de euros en 2023.

La importancia del impuesto de Sociedades

Según la OCDE, el impuesto de Sociedades es el que favorece una mayor o menor competitividad fiscal. Entre las grandes economías desarrolladas, Estados Unidos ocupa en el puesto 21, con una puntuación de 65 sobre 100 en su sistema tributario gracias al impuesto a los ingresos corporativos, cuya nota ha ido mejorando tras la revisión fiscal de la Administración del presidente Donald Trump en 2017. El tipo impositivo a los ingresos corporativos de las empresas del país cayó entonces del 35 al 22 por ciento.

No todos los cambios recientes en la política fiscal de los países de la OCDE han mejorado la estructura de los sistemas fiscales. Algunos han tenido un impacto negativo. Aunque algunos países como Estados Unidos y Países Bajos han reducido sus tipos del impuesto de Sociedades en varios puntos porcentuales, otros como Corea y Portugal, los han aumentado.

Varios países de la UE han adoptado recientemente normas fiscales internacionales, como las normas sobre sociedades extranjeras, que pueden tener un impacto económico negativo. Además, mientras que muchos países han eliminado sus impuestos sobre el Patrimonio neto en las últimas décadas, Bélgica ha adoptado recientemente uno nuevo.

 

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