El problema de la natalidad y la mayor esperanza de vida está creando un desequilibrio que afecta a los sistemas de pensiones en Europa que necesitan ser revisados porque, con toda seguridad, no van a poder subsistir en el futuro tal como los conocemos actualmente. Europa envejece a pasos agigantados. Según datos de la OCDE, dentro de treinta años habrá entre uno y un trabajador y medio por cada pensionista.

Hasta ahora, cada país tiene más o menos población envejecida y afronta el problema desde su peculiar perspectiva, lo que provoca grandes diferencias –sobre todo en cuanto a prestaciones- entre unos países y otros.

Diferencias en las pensiones en Europa

La media mensual de las pensiones en Europa presenta grandes diferencias. La de menor importe se da en Portugal (434 euros) y la máxima en Suecia (1.500 euros). En esta horquilla se mueven todos los demás países. Por ejemplo:

  • Francia: 1.086 euros.
  • España: 1.077 euros de media, ocupa un nivel alto.
  • Alemania: 1.000 euros, aunque con bastantes diferencias entre los ciudadanos del este y del oeste y entre sexos.
  • Grecia: 722 euros.
  • Reino Unido: 550 euros, más un complemento de las empresas.
  • Italia: 502 euros.
  • Polonia: 500 euros.

Por otra parte, según datos de la Comisión Europea, las pensiones en Europa más elevadas, en relación con el salario medio de los trabajadores, están en cuatro países: Luxemburgo, Grecia, Francia y España, en los que la pensión por jubilación excede del 100 por cien de dicho salario. Por el contrario, en el otro extremo están Estonia, Letonia, Lituania y Malta, donde la pensión de jubilación solo representa un 70 por ciento del salario medio de los trabajadores.

Edad de jubilación en Europa

Respecto a la edad de jubilación, tampoco es la misma en todos los países, aunque en este aspecto las diferencias son menos llamativas. La edad media está, actualmente, en torno a los 63 años y la tendencia es a ir subiendo.

Modelos del sistema de pensiones en Europa

Los modelos de organización del sistema de pensiones en Europa presentan, también diferencias sustanciales. Existen, básicamente, dos modelos:

  • De reparto. Los trabajadores generan el derecho a percibir una futura pensión cotizando mientras están en activo para pagar las pensiones de los trabajadores que ya están jubilados. Es el modelo que se utiliza en España y en la mayoría de los países del sur de Europa.
  • De capitalización. Cada individuo cotiza para sí mismo, para cubrir su propia pensión, de tal manera que las prestaciones están en relación directa con lo que haya aportado. No es tampoco la panacea, porque aunque es un modelo más justo y equitativo, es también menos solidario y, además, no garantiza el mantenimiento del sistema ni la suficiencia de las pensiones.

Cada país ha elegido entre estos dos modelos o bien se ha decantado por nuevos modelos mixtos que incluyen los dos anteriores en distinta proporción y están funcionando aceptablemente bien. En Suecia, Reino Unido o Países Bajos, prevalecen los sistemas mixtos.

Pero en todos los casos, siempre es recomendable disponer además de un plan de pensiones que complemente la prestación pública.

¿Existe la fórmula perfecta?

Entre todos los países europeos, Suecia es el país que parece haber encontrado la fórmula más eficaz para solucionar este problema, manteniendo al mismo tiempo el equilibrio y generando beneficio.

    Dispone de un sistema firmemente implantado de cuentas integradas por los ingresos de los trabajadores destinados a financiar su pensión (18,5 por ciento), de cuyo porcentaje, un 16 por ciento se acumula en una cuenta nacional propiedad del trabajador, y el 2,5 por ciento restante va a engrosar una cuenta individual en régimen de capitalización.

    Es un modelo más transparente. La pensión se calcula en función de lo aportado a lo largo de toda la vida laboral, no de los años cotizados, con una base de cotización máxima de casi 47 mil euros anuales. Cuenta además con una pensión de garantía para aquellas personas con bajos niveles de cotización.

    Holanda cuenta también con un sólido sistema de jubilación, parecido al sueco, basado en una pensión pública mínima; en contribuciones obligatorias de las empresas fijadas en negociación colectiva; y en planes privados voluntarios. El total de las contribuciones obligatorias de los trabajadores y las empresas ronda el 20 por ciento.

    Otros países que han optado por fomentar los planes de pensiones promovidos por las empresas y los planes de pensiones individuales, combinando reparto y capitalización, son el Reino Unido y Alemania. También Italia y Polonia, siguen el modelo sueco de las cuentas nocionales o cuotas individuales. Sin embargo, a pesar de tratarse del mismo modelo, si se comparan las cifras mencionadas más arriba, los resultados son muy distintos.

    En un futuro, se prevé que las pensiones en Europa sufrirán una paulatina reducción en cuanto a las prestaciones del sector público y se impondrán, más pronto que tarde,  modelos más eficientes, mixtos y privados.

    En este sentido, sería bueno imitar a Suecia, que ha adoptado un cambio progresivo por el cual los menores de 35 años se jubilarán con el nuevo sistema, los de 35 a 55 años de forma mixta y los mayores de 55 años con el actual.