Si en unas elecciones no te sientes identificado con ninguna de las propuestas o quieres mostrar tu insatisfacción con las opciones políticas que se presentan, la Ley Electoral te permite hacer uso del voto en blanco, el voto nulo o la abstención para mostrar tu disconformidad. Pero, ¿sabes cuál es el significado de cada una de estas opciones y las consecuencias que tienen?

Voto en blanco

Un voto en blanco es un sobre que no contiene papeleta. En el caso del Senado, es también la papeleta en la que no se ha marcado ningún candidato.

Estos votos, que se contabilizan como válidos, no se adjudican a ninguna lista, sino que se suman al total de sufragios. De esta manera, pueden influir negativamente en el acceso al reparto de escaños de las listas con menos respaldo, ya que, al elevar el total de votos, todos los partidos deben obtener más votos para conseguir su escaño (la ley d’Hondt establece que para optar a ello es necesario superar el 3 por ciento de los votos válidos).

El voto en blanco se suele interpretar como una muestra de descontento hacia los partidos que se presentan, pero de respaldo hacia el sistema democrático.

Tradicionalmente, este tipo de voto ha tenido más éxito en los comicios municipales que en las elecciones a las Cortes (según datos oficiales del Ministerio del Interior). Su pico histórico se produjo en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo de 2011, en las que hubo un total de 584.469 ciudadanos que eligieron esta opción.

¿Cómo votar en blanco?

Para votar en blanco hay que meter en el sobre una papeleta en blanco (sin logotipos ni nombres políticos) que debería encontrarse junto a las de los partidos políticos. Si no, bastaría con meter el sobre vacío en la urna.

Voto nulo

Voto nulo es aquel que llega a la urna sin sobre, o con la papeleta rasgada, pintada, tachada o modificada de alguna manera, o cuando dentro de un sobre se encuentran dos o más papeletas.

Aunque estos votos se contabilizan, no afectan al reparto de escaños puesto que no se cuentan como válidos. Es decir, su efecto es el mismo que el de una abstención. Por tanto, se interpreta como un voto de protesta o simplemente, como un fallo del votante.

Durante la historia de la democracia, las elecciones en las que se registraron un mayor número de votos nulos fueron las generales de 1982, en las que el 1,95 por ciento de los votos eran de este tipo.

Abstención

La última posibilidad que tienen los electores de mostrar su descontento con las propuestas electorales que se presentan a las elecciones es la abstención, es decir, no ir a votar. Por tanto, al no haber voto, dicha opción no influye de ninguna manera en los resultados. Incluso aunque la abstención sea muy elevada, los resultados se siguen considerando legítimos.

¿Cómo se puede interpretar esta opción? Realmente, es difícil sacar conclusiones o averiguar las motivaciones de aquellos que optan por la abstención, ya que puede que una persona no ejerza su derecho a voto por descontento con el sistema, por un despiste, por mera indiferencia, por padecer una enfermedad, etc.

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