Siempre se ha asociado el concepto de lentitud a la justicia española, por lo que cuando una persona decide interponer una demanda, puede llegar a cuestionarse si es recomendable o no debido al tiempo que pasa hasta que se dicta una resolución judicial.
La principal causa de esta problemática en los juzgados y tribunales está relacionada con la falta de tecnologías de la información para tramitar los casos. Sin embargo, en la actualidad los órganos judiciales están experimentando una transformación en este sentido para agilizar los procesos judiciales y ofrecer al ciudadano una mayor calidad en el servicio.
En cualquier caso, no existe una regla única para calcular el tiempo que puede tardarse en resolver una demanda. Ello dependerá del tipo de procedimiento, la envergadura del caso, las pruebas que sea necesario practicar, el número de demandados y demandantes, etc.
Duración desde que se presenta una demanda hasta su resolución
Como hemos comentado, el tiempo varía fundamentalmente en función del tipo de procedimiento. Por norma general, los procesos más largos son también los más costosos, ya que es necesario contar con la asistencia de abogado y procurador. A esto hay que sumar también los costes derivados del peritaje, si fuera necesario, notaría, obtención de documentos, etc.
Las leyes procesales establecen los plazos máximos que se deben cumplir tanto por parte de los órganos judiciales como de los implicados para que puedan materializarse los sucesivos pasos desde que se interpone una demanda. Sin embargo, con bastante frecuencia los tiempos de resolución se suelen retrasar debido al volumen de asuntos que inundan las mesas de los juzgados y tribunales.
Por norma general, cuanto mayor sea la pretensión que se refleje en la demanda, es decir, cuantía que se espera recibir por indemnización o pena que se pretenda imponer al acusado por ejemplo, más largo será el proceso. Por otro lado, si el litigio se considera leve, el procedimiento para resolverlo puede ser abreviado, por lo que los plazos se acortan considerablemente.
Además, en el cómputo del tiempo que puede tardar en resolverse una demanda también hay que considerar las diferentes instancias. Es decir, un procedimiento podría finalizar en la primera instancia, pero si alguna de las partes decide recurrir, se iniciaría una segunda fase. Terminada ésta última, en algunos casos cabe la posibilidad de volver a interponer un recurso excepcional (de casación o de revisión) que se tramita ante el Tribunal Supremo. Por lo tanto, en el supuesto de que se lleven a cabo estas tres instancias, el procedimiento obviamente sería bastante largo.
Por otro lado, conviene aclarar que cada orden jurisdiccional establece sus propios términos y asimismo unos plazos concretos. Las demandas que se presentan ante los órganos de lo contencioso administrativo suelen tardar más en solventarse, aunque como hemos mencionado depende de cada caso en concreto.
Conocer la duración desde el momento en que se presenta la demanda hasta que se notifica el dictamen es crucial para cualquier ciudadano y su abogado. Del mismo modo, es interesante saber cuáles son las jurisdicciones donde existen mayores demoras y cuáles serán las costas del proceso judicial para analizar si compensa adentrarse en él en función de la gravedad del hecho.
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