La buena fe es uno de los principios básicos de los contratos. Dado que este documento necesita el compromiso de las dos partes para cumplirse, se establece una obligación intrínseca para actuar durante su vigencia con la máxima honestidad. Esto implica ajustarse exactamente a lo que determina el acuerdo en lugar de interpretarlo de forma arbitraria para obtener un beneficio propio.
¿Qué implica el principio de buena fe para el asegurador y el asegurado?
Cuando se contrata un seguro, la compañía de seguros establece una serie de condiciones que se compromete a efectuar y, por otro lado, el tomador de la póliza las acepta. De esta forma, el asegurador contrae algunas obligaciones que se pueden materializar en las siguientes acciones:
- Facilitar una información exacta y veraz de los términos del contrato, sobre todo en el apartado de las cláusulas de exclusión para que el cliente entienda a la perfección lo que va a firmar.
- Responder cuando se produzca un siniestro con el alcance que esté recogido en el contrato.
En cuanto al asegurado, la buena fe le obliga al inicio a ofrecer la información con la máxima veracidad para valorar el riesgo y determinar la prima de la póliza, ya sea de forma verbal o por escrito. También debe evitar que se produzcan accidentes en el objeto asegurado o en el caso de que haya ocurrido, intentar minimizar las consecuencias. Asimismo, debe informar a la compañía con el máximo detalle, sin tergiversar los datos para obtener una indemnización superior a la que corresponde.
En el caso de que la información ofrecida por el cliente sea inexacta o insuficiente, puede originar la pérdida del derecho a la prestación. Lo mismo ocurre si actúa con dolo o culpa grave, aunque también se puede determinar una reducción en la indemnización de forma proporcional a la diferencia entre la prima convenida y la que se hubiera aplicado de haberse conocido la verdadera entidad del riesgo. Esto último es lo que se conoce como la Regla de Equidad o Principio de Proporcionalidad que viene recogido en la Ley del Contrato de Seguro.
¿De qué formas se puede infringir la buena fe en los seguros?
Tanto por parte de la compañía de seguros como del asegurado se pueden cometer diferentes tipos de faltas que dan lugar al incumplimiento del principio de buena fe. Por un lado, destaca la omisión de datos que es una práctica bastante habitual cuando se firma un contrato. Esto significa silenciar información básica y relevante a la otra parte para conseguir un objetivo determinado, como por ejemplo una mayor bonificación en la prima al declarar tan solo un conductor principal y omitir el resto de personas que cogen el coche de forma frecuente.
También es posible infringir el principio de buena fe a través de la mentira, aunque es importante considerar que hacerlo de forma deliberada puede derivar en graves consecuencias. Entre ellas se encuentran que la aseguradora se niegue a indemnizar por el siniestro o verse implicado en un proceso judicial en el que la compañía reclame el reembolso de los gastos que hubiera pagado.
Cuando se fragmenta la buena fe en un seguro, la parte que se haya visto perjudicada tiene derecho a rescindir el contrato, incluso cuando aún no se ha cumplido el periodo de vigencia establecido.