Aunque se puedan reclamar daños a través de una cobertura de una póliza, fuera de estos supuestos también es posible solicitar una indemnización a la persona que haya provocado un perjuicio de cualquier tipo con el objetivo de obtener una compensación. Como comentábamos antes, los daños que se pueden causar son diferentes en función del hecho cometido: personales cuando se produce un mal en el propio individuo, patrimoniales si el perjuicio atañe a algún objeto o morales cuando el daño es psicológico, de reputación, etc.

Cuando una persona decide, de forma independiente, reclamar los daños que le han sido provocados por alguna circunstancia, debe asumir por sí misma todas las gestiones que ello supone. Es decir, desde interponer una denuncia o una querella hasta ser parte en el proceso judicial en el caso de que lo hubiera, pasando por hacer frente a los gastos que supone contratar los servicios de un abogado.

Los seguros de coche, entre otros, también suelen incorporar una cobertura específica para proteger al asegurado en estos casos. De esta forma, los gastos ocasionados por defensa jurídica, donde se incluye la defensa penal y la reclamación de daños originados por el conductor o sus ocupantes, así como por la parte contraria, están cubiertos.

 

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¿Cómo reclamar daños?

En el caso de contar con un seguro que contemple esta cobertura, el proceso es sumamente sencillo, ya que el equipo de abogados de la aseguradora se encarga de realizar todos los trámites correspondientes. Simplemente será necesario ponerse en contacto con la compañía para notificar los daños por los que se desea recibir una indemnización, así como comunicar las lesiones físicas, psicológicas o de cualquier otro tipo que se puedan tener. Contar con un buen asesoramiento en este sentido es básico para obtener la máxima compensación posible.

Debido a que la mayoría de los usuarios no disponen de los conocimientos legales más importantes, a la hora de reclamar algún daño pueden aparecer ciertas deficiencias que darán lugar a un resultado no lo suficientemente favorable como se podría esperar.

En cualquier caso, el primer paso para iniciar una reclamación de daños y perjuicios es localizar e identificar al responsable. Posteriormente es necesario diferenciar si el mal ha sido producido a través del incumplimiento de un contrato o si por otro lado no existía ningún vínculo. Una vez que están definidos estos puntos es momento de iniciar los trámites por cuenta propia o bien accediendo al servicio de algún seguro.

En el supuesto de que la reclamación de daños se realice a nivel de consumidor, las hojas de reclamaciones son el instrumento idóneo para ello. A través de esta vía se puede hacer llegar a la Administración correspondiente el desacuerdo con un determinado hecho y al mismo tiempo, la forma en la que se podría resarcir los posibles daños causados. Es importante tener en cuenta que todos los establecimientos que presten un servicio están obligados a poner a disposición de los usuarios este mecanismo de queja. En caso contrario, según la Ley General de Defensa de los Consumidores y Usuarios conllevaría una sanción.