Recientemente, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ha lanzado un estudio sobre el indicador de bienestar en diferentes países, donde el PIB ya no es la variable más importante. Esta organización se dedica a medir la calidad de vida en base a diferentes indicadores estadísticos, pero a diferencia de lo que ocurría hace algunos años, hoy en día se consideran otros aspectos que van más allá de las cifras económicas. En nuestro país, el INE (Instituto Nacional de Estadística) también aborda el análisis del bienestar de los individuos y del progreso de las sociedades. Del mismo modo, según esta entidad, los indicadores de desarrollo económico utilizados tradicionalmente como medidas de crecimiento y bienestar no son suficientes.

¿Qué se tiene en cuenta en el índice de bienestar?

En el trabajo que realiza el INE, se aborda la medición del bienestar social considerando una serie de indicadores:

  • Condiciones materiales de vida, donde se engloban las condiciones económicas, las condiciones materiales y la seguridad económica. Así, se contemplan aspectos como los valores medios de los ingresos, la población en riesgo de pobreza, la desigualdad en las rentas, las dificultades para llegar a fin de mes, la falta de espacio en las viviendas, los retrasos en los pagos, la incapacidad para hacer frente a determinados gastos, etc.
  • Trabajo, el cual se divide en dos dimensiones: cantidad y calidad. En este punto se analizan cuestiones como las tasas de empleo, el paro de larga duración, las jornadas a tiempo parcial, los contratos temporales, la satisfacción laboral, etc.
  • Salud, que no solo hace referencia a la esperanza de vida, sino también al mayor o menor acceso a los cuidados sanitarios. Asimismo, se consideran los hábitos que influyen en el estado de la salud, como el sobrepeso, el tabaco, el alcohol o la actividad física.
  • Educación como un valor que es decisivo en el aumento del bienestar y la calidad de vida. En este caso se hace una diferenciación entre las competencias y habilidades que se adquieren en cada rango de edad y la formación continua a lo largo de la vida por razones personales o profesionales.
  • Ocio y relaciones sociales, ya que el tiempo de descanso del que pueden disfrutar las personas tiene un fuerte impacto en los indicadores de bienestar, concretamente en la satisfacción con la vida.
  • Seguridad física y personal, donde se analizan cuestiones como el número de homicidios, así como los casos de vandalismo y delincuencia. Para determinar el índice de bienestar social también se toma en cuenta la percepción de seguridad al pasear solo de noche por la calle.
  • Gobernanza y derechos básicos, que se divide en instituciones y servicios públicos y, por otro lado, participación ciudadana. Este indicador sirve para medir temas como la confianza en el sistema político, en la policía o en la justicia.
  • Entorno y medio ambiente como componente fundamental que repercute de forma directa en la calidad de vida de los individuos. Además de analizar la contaminación y los ruidos, también se considera el acceso a zonas verdes y de recreo.
  • Experiencia general de la vida para evaluar el bienestar subjetivo de las personas. En este punto se incluye la satisfacción global con la vida, los sentimientos y emociones, y el sentido y propósito personales.

Por su parte, los indicadores de bienestar más significativos que utiliza la OCDE para establecer los distintos índices de bienestar social son:

  • PIB corregido: aspectos económicos y otros, como los sociales y medioambientales.
  • Índice de Desarrollo Humano: renta per cápita, tasa de alfabetización y esperanza de vida.
  • Índice de Planeta Feliz: esperanza de vida, percepción de felicidad y huella ecológica.

A grandes rasgos, el nivel de bienestar en España es aceptable, salvo por las altas tasas de paro, los ingresos por debajo de la media y los preocupantes índices de abandono escolar.