Un producto estructurado es un instrumento financiero que surge de la combinación de dos o más productos financieros en una sola estructura. Lo habitual es que se trate de un producto de renta fija con otros derivados.

Estos productos están clasificados como complejos. Su característica común es la existencia de un activo de referencia al que se vincula la rentabilidad final del producto o, en su caso, la posible pérdida de capital. Al resultado de la unión de un bono con otros activos, se le denomina bono estructurado.

¿Qué es un bono estructurado?

Un bono estructurado es, pues, un producto financiero de inversión, con un plazo máximo de vencimiento fijado previamente, que mediante una combinación de activos de renta fija y/o variable y productos derivados sobre dichos activos, otros activos o índices, permite al inversor conseguir una rentabilidad variable vinculada a la evolución de un determinado activo subyacente.

Estos activos subyacentes son muy diversos, pudiendo utilizarse desde índices bursátiles, acciones, fondos de inversión, materias primas hasta tipos de cambio o de interés, etc.

En la generación de un bono estructurado intervienen, normalmente, tres elementos:

  • El emisor, que es la entidad que fija un coste financiero de emisión y cubre las posibles posiciones de riesgo contra un banco de inversión.
  • El intermediario, que suele ser un banco de inversión que, partiendo de la demanda de sus clientes, consigue los bonos subyacentes del mercado o del emisor.
  • El inversor, que es el demandante del bono.

En el escenario actual, los nuevos depósitos estructurados ofrecen a los inversores entrar en bolsa con unas valoraciones a priori atractivas a plazo medio y largo. En este sentido, MAPFRE dispone de una amplia gama de fondos de inversión capaces de ajustarse al perfil del riesgo y plazo que necesite cada persona.

Además, cuentan con liquidez inmediata y ofrecen la posibilidad de realizar traspasos entre ellos sin coste ninguno. Y es que en MAPFRE disponemos de un producto para cada necesidad desde fondos de inversión hasta seguros de ahorro o productos destinados a cuidar el día de tu jubilación con nuestros Planes de Pensiones.

Tipos de bonos estructurados

Hay diferentes tipos de bonos estructurados. Los más comunes se pueden englobar en cuatro categorías:

Bonos con capital garantizado 100 por cien a vencimiento

El capital o un porcentaje del capital está garantizado a vencimiento. El inversor, en el peor de los casos, solamente arriesga obtener una rentabilidad cero. Son los bonos más seguros dentro de su categoría.

Bonos con participación sobre el activo subyacente

Se vincula la rentabilidad del estructurado a la evolución de un activo subyacente. Para ello, se determina un factor de participación -normalmente entre un 70 y un 100 por ciento- que servirá para calcular el interés final devengado por el producto.

Bonos con cupones digitales

Pagan un cupón determinado de antemano si el activo subyacente alcanza un nivel prefijado en alguna de las fechas de observación designadas.

Bono reverse convertibles

Son productos estructurados con un plazo de inversión corto (uno a dos años), sin el capital protegido y que paga una rentabilidad fija a vencimiento. La devolución del capital invertido se vincula al comportamiento de un activo subyacente, normalmente una acción individual.

Riesgos de los bonos estructurados

Lo primero que hay que considerar es que los bonos estructurados no cuentan con la protección del Fondo de Garantía de Depósitos, lo que afecta a su riesgo. Aunque son productos más rentables no hay que olvidar que siempre están sujetos a los riesgos de la bolsa. Y es que los fondos no siempre son una opción para el inversor conservador, así que, para este perfil, la banca ofrece depósitos estructurados, un producto no exento de riesgos.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) considera que los bonos estructurados son productos complejos y de riesgo elevado. También los expertos, dado que su configuración es de difícil comprensión para la gran mayoría de los inversores. Por ello, aconsejan extremar las precauciones a la hora de contratar este tipo de productos.

Los bonos estructurados tienen cuatro importantes riesgos:

  • El del emisor. En caso de quiebra, se puede perder todo lo invertido.
  • El de tipos de interés. Si suben los tipos de interés, el precio del bono caerá.
  • El de duración. A mayor plazo de emisión, mayor volatilidad comporta la inversión.
  • El de liquidez. Generalmente, no es posible deshacer la inversión antes de la fecha de vencimiento fijada por la entidad.

A estos riesgos, hay que añadir los propios de los activos a los que va ligada la rentabilidad del bono y los riesgos que van asociados a los derivados que se hayan utilizado para referenciarse a esos activos.

Asimismo, el Tribunal Supremo se ha pronunciado en varias ocasiones sobre la comercialización de este tipo de productos, insistiendo en el deber de información acerca de los riesgos y la naturaleza del producto y los deberes de evaluación del cliente que incumbe a las entidades.

Fiscalidad de los bonos estructurados

Por último, hay que apuntar que los rendimientos, positivos o negativos, obtenidos por personas físicas residentes, tienen la naturaleza de rendimiento de capital mobiliario.