Desde hace casi una década, España ha puesto sus ojos en la mochila austriaca, un modelo de capitalización individual de los trabajadores que ya intentó introducir el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y que ha vuelto al debate público en sucesivas ocasiones, aunque nunca ha llegado a concretarse.

Sus defensores aseguran que esta fórmula favorece la movilidad voluntaria de los trabajadores y garantiza un complemento para las futuras pensiones del trabajador. Pero, ¿qué es exactamente la mochila austriaca y cómo funciona? Te lo contamos.

La mochila austriaca es un fondo de capitalización individual por despido. Es decir, una especie de cuenta de ahorro a nombre del empleado que le acompaña durante toda su vida laboral y que sirve como indemnización en caso de despido. Dicho fondo se nutre de las aportaciones mensuales que realiza el empresario sobre el salario bruto del trabajador.

Tanto si el trabajador es despedido como si se va de la empresa por voluntad propia, recibe su mochila (lo que no afecta al subsidio por desempleo), y la nueva compañía deberá seguir haciendo aportaciones en esa hucha. Aunque también puede usar ese dinero como complemento a su jubilación.

La tributación depende de la forma en la que el trabajador haya cobrado ese dinero. Si llegada la jubilación el usuario opta por cobrarlo todo en un pago único, tiene que abonar un impuesto del 6 por ciento, pero si divide el cobro en pagos fraccionados como complemento a su pensión, está libre de impuestos.

¿Por qué se llama mochila austríaca?

El nombre se debe a que el primer país que introdujo esta fórmula fue Austria.

En 2003, y con el objetivo de poner fin a las indemnizaciones por despido, el gobierno austriaco implantó este sistema fijando una cuota del 1,53 por ciento que se deduce del salario bruto del trabajador y va a parar a su mochila, la cual le acompaña durante toda su etapa laboral.

¿Cómo funciona?

A lo largo de su vida laboral, el trabajador lleva consigo su mochila, la cual se va cargando con el porcentaje de salario bruto establecido. Estos ahorros no se acumulan sin más, sino que son gestionados por una caja para sacar rendimiento. Asimismo, el empleado que lo desee puede consultar en cualquier momento cuál es la cuantía de su fondo.

No hace falta esperar a la jubilación para recibir estos ahorros. Pueden acceder a él los trabajadores con un mínimo de antigüedad de seis meses o aquellos que dejen una empresa, siempre y cuando hayan pasado cinco años desde su marcha. Si el trabajador fallece sin que haya podido disfrutar del dinero de su mochila, ésta se hereda.

Dicho dinero es única y exclusivamente del trabajador. Tanto si es despedido como si opta por otro empleo o inicia su retiro, el Estado le asegura el 100 por cien del capital.

¿Qué ventajas tiene frente a la indemnización?

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La cuantía de la clásica indemnización varía según la antigüedad del trabajador, lo que hace que muchos no quieran cambiar de empresa por miedo a perder los años acumulados. Con la mochila austriaca este problema desaparece, ya que el trabajador que decida marcharse de una empresa se lleva consigo los ahorros de su mochila, algo que favorece la movilidad laboral porque no se siente en la obligación de preservar su puesto.

Otra de las ventajas es que, si el trabajador no ha tocado ese fondo en toda su etapa laboral, cuando le llegue el momento de la jubilación contará con un complemento a su pensión que podrá cobrar en forma de capital o de renta.

Pero quizá la ventaja más positiva que conlleva la implantación de este modelo es que favorece la contratación, puesto que las empresas no tienen que asumir los altos costes de una indemnización por despido, incidiendo de forma positiva en la contratación indefinida.

Por otra parte, no hay que olvidar que, a diferencia de una indemnización, la mochila no tiene límite, ya que va aumentando a lo largo de la etapa laboral.

¿Cómo podría implantarse en España?

Según lo visto hasta ahora, cabe preguntarse si la mochila austriaca sustituye a la indemnización por despido. La respuesta es que no tiene porqué, ya que puede convivir con el esquema de indemnización tradicional mediante un sistema mixto, con parte financiada por la empresa en el momento del despido y otra, por la mochila. Y esta es, precisamente, la posibilidad que han barajado los expertos en el caso de implantar la mochila austriaca en España.

De hecho, la reforma laboral de 2010 planteó en un primer momento introducir una fórmula de despido en la que ocho días fueran financiados por la mochila, y el resto (hasta veinte en despido objetivo o ERE, o 33 en el caso de despido improcedente) por la empresa. Aunque finalmente no se llegó a incluir esta medida.

El mayor problema que se podría encontrar si se implanta este modelo en España es la financiación. Podría hacerse de dos formas: por un lado, que el pago recayese en el trabajador (con lo que vería mermados sus ingresos en pro del ahorro). En este caso, y al hilo de la propuesta de la reforma electoral de 2010 citada anteriormente, implicaría un 2,2 por ciento de retención en la nómina.

Por otro lado, podrían ser las empresas las que asumiesen la financiación, lo que incrementaría los costes laborales y desincentivaría la contratación, aunque bien es cierto que, en el momento del despido, los costes serían más bajos.