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Seguro que sabes qué es la inflación, esa subida de precios que llevamos tiempo sufriendo y que tiene efectos directos en el valor de tu dinero y tu capacidad de consumo.
Esta inflación no solo afecta a los ciudadanos, también tiene su impacto sobre las empresas, que buscan fórmulas para sortearla sin trasladar de forma visible o directa la subida de precios al consumidor. La reduflación es una estrategia para lograrlo y no es nueva.
En qué consiste la reduflación
La reduflación es una práctica que usan empresas del sector de alimentación, cosmética o droguería principalmente y que consiste en reducir el tamaño, cantidad o número de unidades de sus productos sin rebajar el precio de estos.
En otras palabras, que el usuario paga lo mismo, pero recibe menos producto. El premio permanece inmóvil y así la empresa puede mantener sus márgenes pese al aumento de precios.
Según un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los fabricantes redujeron el peso o cantidades de sus productos entre un 5 y un 10% a principios de año como respuesta al aumento de precios de las materias primas y de la energía.
Cómo te afecta la reduflación
La reduflación es más complicada de detectar para los usuarios que la inflación vía aumento de precios, de ahí que también se conozca como la inflación invisible. A fin de cuentas, son pequeños cambios en el empaquetado para hacerlo más pequeño, un poco más de aire en la bolsa o una galleta menos por paquete.
Sin embargo, su efecto es exactamente el mismo que el de una subida en el precio. Tu capacidad adquisitiva disminuye porque pagas lo mismo, pero por menos producto en lugar de pagar más, por la misma cantidad de producto.
Un fenómeno que no es nuevo
El término reduflación lo utilizó por primera vez la economista Philippa Malgrem, en los años 80. Originalmente se refirió a él como ‘shrinkflation’, que es la unión de las palabras ‘shink’ o contraer e inflación, que inicialmente se tradujo como inflación por contracción hasta que el marketing hizo su magia para crear la palabra ‘reduflación’.
Entre los casos de reduflación más conocidos está el de Toblerone, que en 2014 redujo un 25% el peso de sus barras añadiendo más espacio entre cada onza y que tuvo que dar marcha atrás dos años después o el de American Airlines, que eliminó una aceituna de sus ensaladas y ahorró así 40.000 dólares al año.
Hoy en día basta con buscar en internet “ejemplos de reduflación” o ‘shrinkflation examples’ para encontrar multitud de casos que los usuarios han ido subiendo a sus redes sociales.
¿Es legal reducir el producto y mantener el precio?
Absolutamente, la reduflación es totalmente legal y es una práctica legítima de las empresas. Otra cuestión es que sea la mejor práctica o estrategia de cara al cliente, que puede sentirse estafado ante este tipo de acciones.
Algo parecido ocurre con otras prácticas como la cheapflacción, que consiste en sustituir las materias primas de un producto por otras más baratas sin alterar el precio. En otras palabras, ofrecer algo de menor calidad sin cambiar el precio.
Cómo puedes combatir la reduflación
La mejor arma contra la reduflación es estar atento como consumidor a los cambios que detectes en embalajes y productos. Así podrás descubrir cuánto te han dado menos por el mismo precio en tus marcas preferidas.
También puede ayudar el fijarte en el precio por kilo o por unidad en lugar del coste total del producto. Y es que esta medida no engaña sobre lo que estás pagando y es la que mejor te permitirá comparar un producto con otro.
Si quieres optimizar el gasto en la compra, recuerda que hay productos que salen más caros en el supermercado.
Para terminar, la única forma real de combatir la reduflación y también la inflación es conseguir que tu dinero se revalorice al mismo ritmo que aumentan los precios. En otras palabras, invertir una parte de tu patrimonio en productos financieros como los Seguros de Ahorro MAPFRE o los fondos de inversión MAPFRE. “Y tantos + momentos de tranquilidad”