A menudo se suele pensar que independencia y autonomía son la misma cosa, pero cuando se habla de la Generación Senior no es así. Veamos cuáles son sus diferencias.

¿Qué se entiende por independencia?

Para hablar de independencia, primero debemos definir qué es la dependencia. Según la RAE es la «situación de una persona que no puede valerse por sí misma«.

Si nos fijamos en la definición que dio de este concepto el Consejo de Europa en el año 1998, se entiende por dependencia la situación de aquellas personas “que, por razones físicas, psíquicas o intelectuales, tienen necesidad de asistencia y/o ayudas importantes a fin de realizar los actos corrientes de la vida diaria”.

Para que se considere situación de dependencia deben concurrir tres factores:

  • Que exista una limitación física, psíquica o intelectual.
  • Que la persona afectada sea incapaz de realizar por sí misma actividades de la vida diaria.
  • Que necesite de asistencia o cuidados continuados por parte de un tercero.

Por tanto, se entiende por independencia la capacidad que tiene una persona que no tienen ninguna limitación física, psíquica o intelectual de realizar por sí misma las actividades básicas del día a día. Tiene mucho que ver con la movilidad y la realización de sus funciones.

En las personas mayores la independencia puede darse, también, por disponer de los recursos adecuados para llevar a cabo estas tareas básicas. Por ejemplo, con el uso de audífonos para recuperar la audición, o de un andador para poder moverse.

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¿Qué se entiende por autonomía?

La autonomía es “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias, así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria” (artículo 2 de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia).

Es, por tanto, la facultad humana para gobernar las propias acciones, la propia vida. El término opuesto no es dependencia sino heteronomía, es decir, la cualidad de aquellas personas que son regidas por un poder ajeno a ellas.

¿Cuál es la diferencia entre autonomía e independencia en personas mayores?

La principal diferencia es que la autonomía tiene que ver con la voluntad. El sociólogo Edgar Morin explica en La Méthode que no hay reciprocidad entre el término de autonomía y el de dependencia, pero se puede ser autónomo y dependiente al mismo tiempo.

Por ejemplo, una persona mayor puede tener la capacidad de llevar a cabo sus tareas diarias (independencia), pero puede no tener la autonomía para decidir cómo y cuándo hacerlas.

Y, al contrario, puede tener la autonomía para tomar estas decisiones y, al mismo tiempo, necesitar de la ayuda de un tercero para llevarlas a cabo por sus limitaciones físicas.