El término gentrificación se utiliza para hacer referencia al proceso de revalorización de un barrio, normalmente céntrico y habitado por trabajadores y otros perfiles de rentas bajas o medias, los cuales se ven desplazados por otra población de mayor poder adquisitivo.

El proceso se desarrolla a través de varias fases enlazas entre sí, que comienza con el abandono del barrio, que se deteriora irremediablemente debido a la falta de recursos de sus habitantes. Las inversiones públicas comienzan un remozado de la zona tradicionalmente humilde y barata.

    Posteriormente, atraídos por los cambios y mejoras, acuden agentes e inversores inmobiliarios que, debido a la depresión de la zona, adquieren las viviendas y locales a bajo precio e inician el proceso de rehabilitación para transformarlos en pisos modernos y en lofts de lujo.

    Las viviendas y los locales reformados se revalorizan y las compraventas y alquileres alcanzan unos niveles que solo están al alcance de personas de rentas altas que pueden permitirse pagar esas subidas, que, por el contrario, resultan inasumibles para la mayoría de la población que tradicionalmente habitaba esos barrios. Ante esta perspectiva, estos antiguos moradores se ven en la necesidad de desplazarse a otros barrios de la periferia en los que la vida es más barata.

    Paralelamente, se produce un auge de los locales comerciales, de hostelería y de ocio, con lo cual el barrio cambia totalmente de aspecto.

    ¿Cómo puede afectarte la gentrificación?

    Este fenómeno se produce en todas las ciudades del mundo de forma similar, aunque con distintos matices en cada país. En España, barrios de Madrid como Chueca, Malasaña y Lavapiés, y otros de Barcelona como El Raval, la Barceloneta y Poble Nou -por citar solamente a las dos ciudades más importantes- son un típico ejemplo de gentrificación. Pero el fenómeno se extiende ya a barrios de otras ciudades como Bilbao, Valencia o Zaragoza, influyendo en el alza de los precios de la vivienda.

    Aspectos positivos

    Muchos consideran que este fenómeno es algo positivo, porque se revalorizan zonas abandonas y deprimidas dándoles más vida y mejorando zonas conflictivas con la construcción de centros culturales, sociales, deportivos, etc.; se dota al barrio de zonas de descanso como parques y jardines; se establecen nuevas tiendas y centros comerciales, restaurantes, etc.; el transporte público y los servicios de policía mejoran.

    Para los vecinos que son propietarios y han podido quedarse en estos barrios remozados, resulta una auténtica ventaja en todos los sentidos, puesto que ven revalorizadas sus viviendas y se les abren muchas posibilidades de inversión (alquilar o vender a buen precio, convertir propiedades grandes en apartamentos, etc.), además de la mejora experimentada en el barrio y la erradicación de lo malo y negativo que había.

    Aspectos negativos

    Sin embargo, no todo son ventajas. Para muchos de los que tuvieron que abandonar el barrio donde probablemente nacieron y se criaron, en el que mantenían lazos de amistad con otros vecinos, tal situación les puede resultar emocionalmente dolorosa y traumática. Con su marcha, el barrio pierde además parte de su historia e identidad.

    La gentrificación también se produce en la periferia

    La gentrificación, no obstante, no se limita a los centros urbanos en exclusiva. Actualmente, afecta también a determinadas zonas periféricas con valores arquitectónicos, de buena accesibilidad, o próximas a grandes inversiones urbanas, entre otras.

    El fenómeno está pasando de ser un proceso espontáneo de carácter local a uno incorporado a movimientos globales, en el que intervienen de manera importante los fondos de inversión.

    La turistificación, otro fenómeno de la gentrificación

    A todo esto, hay que añadir la turistificación. Con este término -que aún no está en el diccionario de la RAE- se alude al impacto que provoca la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades en los cuales, los servicios, instalaciones y establecimientos comerciales y de hostelería se dirigen y se proyectan de cara al turista y no a las necesidades del vecino que reside en ellos de manera estable.

    La turistificación está en íntima conexión con la gentrificación, pero sus efectos son aún peores y mucho más rápidos que los de esta, porque en este caso se sustituye a una población local estable por otra que es de paso, provocando un incremento de pisos para turistas y la consiguiente alza de los precios de los alquileres. Eso solo consigue complicar aún más la vida a los vecinos de dichos barrios que viven de alquiler, que también por este motivo se ven obligados a abandonar los barrios.

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