Las personas viven más tiempo, mientras disminuyen las tasas de natalidad. Pero a pesar de que esta evolución demográfica no es nueva, no se está poniendo de relieve su impacto global. “Los gobiernos, corporaciones e individuos de todo el mundo ya están sintiendo la carga financiera del envejecimiento demográfico.

Los sistemas de pensiones en todo el mundo están lidiando con el impacto del aumento de la longevidad en las pensiones”, advierte John Strangfeld, presidente y consejero delegado de Prudential Financial y vicepresidente de la Asociación de Ginebra, en el informe “Addressing the Challenge of Global Ageing-Funding Issues and Insurance Solutions”, publicado recientemente por esta organización.

Con las actuales circunstancias económicas, el bajo interés por una tasa medioambiental y un ahorro insuficiente para la jubilación, el riesgo de que las generaciones actuales y futuras no puedan lograr una jubilación segura es cada vez mayor.

Parte de la solución para satisfacer las necesidades financieras derivadas del envejecimiento de la población la tienen las aseguradoras, que están bien posicionadas para ello gracias a su perspectiva a largo plazo, la inversión institucional, su experiencia actuarial y su fortaleza financiera. “Abordar el impacto de estos cambios demográficos requerirá una respuesta amplia e integral de los sectores público y privado”, señala Strangfeld.

Una respuesta eficaz al desafío del envejecimiento global tendrá que proceder de muchas fuentes, no solo de la política de jubilación, también de la económica, social e incluso mundial. El informe de la Asociación de Ginebra considera seis estrategias:

Reducir el coste de los sistemas de pensiones

Para los países desarrollados, la estrategia para enfrentarse al envejecimiento mundial debe comenzar con la reducción del coste de las prestaciones de jubilación. Hay muchas maneras posibles de reducir el gasto en pensiones. Los gobiernos pueden aumentar la edad de jubilación, adaptar las prestaciones al nivel de recursos, modificar las fórmulas e introducir estabilizadores demográficos con los que se ajusten directamente los desequilibrios económicos por la alta tasa de personas mayores (como en España con el principio de sostenibilidad en la reforma de las pensiones).

Fortalecer las redes de seguridad de las personas mayores

Para los países en desarrollo, la estrategia global debe comenzar con el fortalecimiento de las redes de seguridad de vejez, que en muchos casos significa construirlas porque no existen. En las economías con grandes sectores no estructurados, lograr algo parecido a la cobertura universal de los sistemas de pensiones contributivas es prácticamente imposible. Los mercados emergentes necesitan un sistema de pensiones sociales. En los últimos años, algunos de estos mercados se han movido en esta dirección.

Brasil tiene ahora «pensiones rurales» no contributivas. En Chile «pensiones solidarias» basadas en el ahorro con cuentas personales. En China se está empezando a extender la cobertura de pensiones subvencionadas a los trabajadores migrantes y rurales. Aunque el fortalecimiento de las redes de seguridad de la vejez es más urgente en países en desarrollo, una parte significativa de las personas mayores en algunos países desarrollados también experimentan dificultades económicas y el problema puede crecer por la reducción de la generosidad de los sistemas de pensiones por elevar la edad de jubilación, advierte la Asociación de Ginebra.

Aumentar los fondos de pensiones de ahorro para la jubilación

Hay muchos modelos para ello, pero la experiencia enseña que los sistemas obligatorios son más eficaces para garantizar una amplia cobertura que los sistemas voluntarios. Más allá de mejorar la adecuación de los ingresos, los fondos de pensiones tienen otras ventajas potencialmente importantes. Dependiendo de su diseño, pueden ayudar a mantener niveles adecuados de ahorro nacional, que será uno de los mayores desafíos a los que se enfrenten las sociedades que envejecen.

A diferencia de los sistemas de pensiones de reparto, permiten a las sociedades escapar de la tiranía de su propia demografía mediante la inversión en las economías emergentes.

Fomentar la prolongación de la vida laboral

Tal vez ninguna estrategia para enfrentarse al desafío del envejecimiento de la población ofrece más beneficios potenciales que prolongar la vida laboral. Esta medida aumentará la adecuación de los ingresos para los mayores, sin poner una nueva carga en los jóvenes.

El aumento de la edad de jubilación tiene un doble beneficio: ahorrar en costes de las prestaciones y aumentar los ingresos fiscales por trabajar más años. Además, no es solo bueno para la economía, sino también para la salud, según la mayoría de los gerontólogos. Para impulsar esta estrategia, los países tendrán que reducir los subsidios para las jubilaciones anticipadas, revisar las políticas de empleo (como las escalas salariales de antigüedad), fomentar el aprendizaje permanente y el desarrollo de la «jubilación flexible».

Fomentar una mayor tasa de natalidad

Aunque altas tasas de natalidad reducirían poco la magnitud del desafío del envejecimiento en las próximas dos o tres décadas, a más largo plazo nada sería mejor para reducir las cargas de dependencia de la vejez y para elevar las tasas de crecimiento económico.

Aumento de la inmigración

Los países que son capaces de integrar de forma rápida y eficaz a los nuevos inmigrantes en la corriente de la economía y en la sociedad pueden beneficiarse enormemente de la ilusión y el talento que traen consigo. Pero si la tasa de la inmigración excede la capacidad de asimilación de un país, puede minar la cohesión social y provocar una reacción violenta entre la población nativa.

Los países sin una larga tradición histórica de inmigrantes, entre ellos Japón y la mayoría de países europeos, harían bien en estudiar las mejores prácticas en todo el mundo, sobre todo en Australia, Canadá y los Estados Unidos.

“Cada país debe forjar sus propias respuestas y estrategias políticas en función de sus características. Pero los políticos de todo el mundo harían bien en recordar que el envejecimiento global es también un reto global y, por lo tanto, requiere soluciones globales”, indica el informe.