Los seguros de ahorro garantizan una rentabilidad al cabo de un periodo de tiempo determinado. El titular abona una prima (única o periódica), por contrato, y se compromete a no rescatar el capital antes de una fecha concreta. A continuación, ampliamos la definición de los seguros de ahorro y explicamos los tipos de productos que podemos encontrar en el mercado.

¿Qué es un seguro de ahorro?

Los seguros de ahorro, como los que comercializa MAPFRE, son productos conservadores -invierten en activos con bajo nivel de riesgo- que tienen un vencimiento fijo y una rentabilidad garantizada. A diferencia de los depósitos a plazo fijo, con los que comparten algunas similitudes, no están respaldados por el Fondo de Garantía de Depósitos. Los comercializan las compañías aseguradoras, y, en caso de liquidación, el consorcio asume las obligaciones de pago.

Aportaciones a través de primas

El capital con el que están dotados los seguros de ahorro se puede aportar a través de dos vías:

  • Prima única: El titular del seguro de ahorro aporta todo el capital cuando se firma el contrato.
  • Prima periódica: Sistema periódico de aportaciones, que puede ser mensual, trimestral o semestral.

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¿Cuáles son los tipos de seguros de ahorro?

En la actualidad, las aseguradoras comercializan los siguientes tipos de seguros de ahorro, cada uno con sus ventajas en términos de fiscalidad y de gestión:

  • Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS): son productos de largo plazo que garantizan una renta vitalicia al titular. Cuentan con un tratamiento fiscal favorable, ya que, si se cumplen las condiciones del PIAS -renta vitalicia- y han pasado cinco años desde el inicio de las aportaciones, están exentos de pagar impuestos. El sistema de aportaciones es flexible.
  • Unit Linked: son productos híbridos entre ahorro e inversión, y el titular decide dónde quiere invertir. El nivel de gestión activa por parte del asegurado es superior a otros tipos de seguros.
  • Planes de Previsión Asegurados (PPA): seguros de ahorro individuales cuyo tratamiento fiscal es similar al de los planes de pensiones. El vencimiento suele coincidir con la fecha de jubilación del asegurado, garantizan un tipo de interés y un capital.
  • Seguros de renta vitalicia: a partir de una fecha determinada, el titular recibe una renta periódica hasta la fecha de fallecimiento. Esta renta se fija en función del capital aportado y de la rentabilidad lograda. Cuentan con beneficios fiscales, como la exención tributaria de la reinversión de las ganancias patrimoniales de la venta de activos -por ejemplo, una vivienda- en estos productos.
  • Seguros Individuales de Ahorro a Largo Plazo (SIALP): si el capital invertido en este tipo de productos no supera los 5.000 euros anuales durante al menos cinco años, el rescate no tributa. Además, los SIALP garantizan al menos el 85 % de las aportaciones realizadas.

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