La incertidumbre respecto al futuro de las pensiones públicas de la Seguridad Social en España hace aconsejable complementar la prestación con productos de ahorro privado para la jubilación. El mercado ofrece diferentes opciones, en función de variables como la edad o el perfil de riesgo. Te ayudamos a comprender cada uno y a elegir el mejor plan de ahorro para la jubilación.

Planes de pensiones

Cuando hablamos de jubilación, el producto de ahorro más común es un plan de pensiones como los que comercializa MAPFRE. Existen diversas opciones, cada una con sus características.

Planes de pensiones individuales (PPI)

Los planes de pensiones individuales son productos de ahorro a largo plazo para complementar la jubilación, comercializados por entidades financieras y aseguradoras entre particulares. El gestor del producto invierte el capital del titular o de los partícipes, compra y vende activos en función de su política de inversión para lograr la máxima rentabilidad para sus clientes.

Existen varios tipos de planes, en función del promotor. Así, por ejemplo, encontramos opciones de renta fija, de renta variable o mixta. Cuenta con ventajas fiscales como la desgravación de hasta 2.000 euros anuales en las aportaciones (hasta 2020, eran 8.000 euros) y se puede rescatar el capital en supuestos como la jubilación, el desempleo o el fallecimiento del titular.

Planes de pensiones de empleo (PPE)

Estos planes de ahorro privados (PPE) los impulsa la empresa o el empleador con el objetivo de complementar la pensión de sus trabajadores. Según su naturaleza y las condiciones de los contratos, las aportaciones las realizan tanto la empresa como los trabajadores. La suma de ambas no puede superar el límite de 8.000 euros al año, salvo en los partícipes con discapacidad, cuando aumenta hasta 24.250 euros anuales.

Como en el caso de los planes individuales, la desgravación máxima de los partícipes es de 10.000 euros anuales (frente a los 2.000 del sistema individual) siempre que el 80% de la aportación la realice la compañía. La empresa tiene derecho a reducir las contribuciones que realiza al PPE de la base imponible del impuesto sobre Sociedades.

Opciones “híbridas” de capital asegurado

Además de los planes de pensiones, encontramos otras dos opciones que incorporan características de otros segmentos. Es el caso de los Planes de Previsión Asegurados (PPA) y de los Planes de Ahorro Sistemático (PIAS).

Planes de Previsión Asegurados (PPA)

La principal diferencia entre un plan de pensiones y un Plan de Previsión Asegurado (PPA) es que, como su nombre indica, el capital principal está asegurado en estos últimos, igual que el interés del producto, que se fija de forma periódica. En el caso de los primeros, la inversión puede registrar ligeras pérdidas y los intereses varían de un año a otro.

Los productos comercializados como PPA responden a opciones conservadoras de ahorro. Se nutren de las aportaciones de los inversores y ofrecen una rentabilidad mínima asegurada durante un tiempo. El capital principal se rescata sólo en el caso de la jubilación, aunque hay otros escenarios como el paro de larga duración, la invalidez, el fallecimiento o las enfermedades graves que permiten su rescate.

Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS)

La fiabilidad de los seguros aplicada al ahorro para la jubilación. Esa es, en esencia, la filosofía de los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS), planes de ahorro a largo plazo configurados como un seguro. Se nutren con aportaciones periódicas y garantizan la inversión, pero, a cambio, la rentabilidad que ofrecen no es muy alta. La inversión anual está limitada a 8.000 euros y el capital total acumulado no puede superar los 240.000 euros.

Gracias a estos productos, podremos disfrutar de una renta de carácter vitalicio. Además, tributan como rentas del capital mobiliario en el caso de que lo percibamos de forma periódica.

Fondos de inversión

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Las opciones de ahorro de perfil más conservador, como las detalladas anteriormente, se complementan con productos como los fondos de inversión. Si tenemos menor aversión al riesgo y buscamos una rentabilidad mayor, son productos quizá más atractivos.

La liquidez también es un punto a favor, ya que podremos rescatar el capital cuando queramos y tributaremos por la base del ahorro (21 o 23 por ciento, salvo en Navarra y el País Vasco, en función del capital que retiremos). El traspaso de capital entre fondos de inversión está libre de impuestos.