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Los tipos impositivos, también conocidos como tipos de gravamen, son uno de los conceptos económicos que no se deben perder de vista. Su importancia es tal que son los que determinan la cantidad que cada contribuyente debe pagar al Estado o a las diferentes administraciones en forma de tributos, como el IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) o el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas).
¿Qué es el tipo impositivo?
El tipo impositivo es lo mismo que el tipo de gravamen. Según el artículo 55 de la Ley General Tributaria, “el tipo de gravamen es la cifra, coeficiente o porcentaje que se aplica a la base liquidable para obtener como resultado la cuota íntegra”.
Se debe tener en cuenta que los impuestos varían en función de un porcentaje, el cual se denomina tipo impositivo. Según la modalidad del tributo, dicho porcentaje puede recaer sobre la renta (IRPF), la riqueza (Impuesto sobre el Patrimonio o Impuesto sobre Bienes Inmuebles) o el valor de las transacciones de bienes y servicios (IVA).
Clases de tipos impositivos
La Ley General Tributaria también especifica que “los tipos de gravamen pueden ser específicos o porcentuales, y deberán aplicarse según disponga la ley propia de cada tributo a cada unidad, conjunto de unidades o tramo de la base liquidable”. Además, “la ley podrá prever la aplicación de un tipo cero, así como de tipos reducidos o bonificados”.
- Tipos impositivos específicos: se trata de una cuantía fija que se aplica sobre la base imponible de una unidad. Sin embargo, en ocasiones también puede hacer referencia a una cantidad que se establece de forma gradual en función de los importes predeterminados en una escala.
Por norma general, es el tipo que se utiliza en casi todos los impuestos especiales. Algunos ejemplos de esta modalidad son el impuesto sobre el alcohol y bebidas derivadas, el impuesto sobre el tabaco, el impuesto de matriculación, el impuesto sobre la electricidad o el impuesto sobre hidrocarburos, entre otros.
- Tipos impositivos proporcionales: en este caso, el tipo que se aplica hace referencia a un porcentaje determinado que no depende del importe de la base imponible. El ejemplo más claro es el IVA, cuyo tipo del 21% se calcula sin tener en cuenta si la cantidad son 100 o 10.000 euros.
Asimismo, los tipos impositivos también se pueden clasificar en progresivos y regresivos:
- Tipos impositivos progresivos: como su propio nombre indica, en estos supuestos existe una división por tramos en función del importe de la base. Por ello, el gravamen es más alto cuanto más aumenta esta cantidad, hasta alcanzar un límite máximo.
- Tipos impositivos regresivos: por el contrario, estos tipos de gravamen se reducen cuando se incrementa la base imponible.
Los tipos impositivos en una factura
En la facturación de bienes o servicios suelen aparecer los siguientes tipos impositivos:
- IVA: puede ser del 21% (tipo general), 10% (tipo reducido) o 4% (tipo superreducido).
- IRPF: cuando se trata de autónomos o empresas que realizan actividades para otros destinatarios con la misma condición. Este tipo impositivo es del 15%, aunque durante los 3 primeros años de actividad, se reduce al 7%.
Conociendo qué son los tipos impositivos, es posible determinar de una forma más clara cómo afectan las modificaciones legales al bolsillo. Además, se debe tener en cuenta que estos cambios en los gravámenes también influyen en los ahorros, por lo que se debe seleccionar el Plan de Pensiones MAPFRE que resulte más interesante desde el punto de vista tributario de cara a la jubilación.