Una charla entre amigos distendida da para hablar de muchas cosas. El vínculo casi familiar que se crea entre ellos, así como la confianza y la complicidad, pueden llevar a compartir aspectos de la vida muy personales.

En algunos casos, este tipo de relación es muy beneficiosa: si la amistad es sincera, puede ser de gran ayuda para superar obstáculos o encontrar consuelo. Pero en otros, la sobredosis de datos puede ser perjudicial. El dinero es uno de los temas que más cuesta compartir, pero, ¿es necesario hacerlo? ¿Debemos decir cuanto cobramos a nuestros amigos?

Hablar del sueldo: un tema tabú

En la sociedad en la que vivimos, hablar de sueldo e ingresos es muchas veces un tema tabú. Es raro saber cuánto ganan nuestros amigos, lo que tienen ahorrado, en lo que invierten o el retorno que obtienen de dichas inversiones. Son asuntos que se tratan de forma superficial. Solo cuando la situación no es favorable es cuando se cuenta, pero no del todo. Tal y como afirma el psicólogo financiero Brad Klontz:

«Es más probable que sepas que un amigo está tomando Viagra a que tiene problemas con la tarjeta de crédito«.

De hecho, según una encuesta realizada por el Washington Post y Linkedin, el 70 por ciento de los hombres y el 74 de las mujeres se sienten incómodos cuando tienen que hablar de su sueldo.

    Somos capaces de hablar de lo que pagamos de hipoteca o de alquiler, o de lo que nos ha costado el coche. Sin embargo, creemos que no debemos decir cuánto cobramos. ¿Por qué nos cuesta hablar de esto? ¿Hacerlo es tan negativo como pensamos?

    ¿Es positivo decir a nuestros amigos cuánto cobramos?

    Decir a nuestros amigos cuánto cobramos nos reporta, principalmente, estos beneficios:

    • Conseguir información valiosa para nuestro caso particular. Por ejemplo, si compartimos esta información con los amigos de la facultad podemos averiguar si se cobra más en una u otra especialidad, o si el sueldo es mejor si se trabaja en el sector público o privado.
    • También podemos saber si el sueldo que nos ofrecen en un trabajo es el habitual, o si podemos negociar y hasta cuánto. De hecho, este es uno de los motivos por el que las empresas no quieren que sus empleados hablen de sueldo.

    Lo cierto es que estos beneficios son más bien solidarios, ya que el hecho de hablar de nuestro sueldo no nos reporta de forma directa ninguna ventaja. Ésta solo se obtiene si los demás también nos cuentan las cifras de sus nóminas.

    ¿Por qué no debemos decir cuánto cobramos?

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    Por otro lado, existen muchas razones por las que no debemos decir cuanto cobramos a nuestros amigos o familiares. Principalmente, no es una información que sirva para nada más que lo mencionado en el punto anterior, por lo que, si tus seres cercanos no son de tu gremio, esta información no es de su interés.

    En cualquier caso, compartir el sueldo puede llevar a otra serie de situaciones:

    • Si uno de los amigos gana más, puede generar en el otro ciertas envidias o tensiones que terminen por romper la amistad.
    • En el caso contrario, si un amigo gana menos que el otro, puede verse tentado a pedir favores económicos que su amigo con mejor salario no puede o no quiere asumir.
    • Un gran desnivel en las cuantías puede hacer que una de las partes (la más desfavorecida) se sienta avergonzada.
    • También puede darse la situación de que, tras saber el sueldo real de un amigo, se le juzgue sobre sus gastos, tanto si el amigo cobra poco y gasta mucho, como si tiene una nómina boyante, pero vive con excesiva austeridad.

    En definitiva, hablar del sueldo con amigos y familiares es una decisión personal que debemos tomar en base a lo citado anteriormente. Por ejemplo, ¿estamos preparados para desvelar nuestro sueldo y descubrir que somos los que menos cobramos de todo el grupo?