Todo el mundo está de acuerdo en que es necesario ahorrar parte del dinero ganado para atender algún imprevisto o como previsión para futuras necesidades. Sin embargo, no resulta fácil dar consejos sobre cómo ahorrar, porque nadie puede garantizar acertar con la tecla de la inversión que más conviene en función del grado de riesgo que se está dispuesto a asumir, las necesidades de liquidez, el tiempo que será posible mantenerla y los objetivos marcados.

El ahorro, en continua caída desde 2010

Según los últimos datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el segundo trimestre de 2018, la tasa de ahorro de los hogares e instituciones sin fines de lucro se situó en el 12,5 por ciento de su renta disponible, el nivel más bajo en este trimestre desde el año 2007.

Y aunque ha vuelto a tasas positivas tras los registros negativos del primer trimestre, ha experimentado una reducción de un 2 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior (14,5 por ciento). Si se eliminan los efectos estacionales y de calendario, la tasa de ahorro del sector aumenta una décima respecto al trimestre anterior, hasta el 4,4 por ciento.

¿Por qué los españoles ahorramos menos que el resto de Europa?

En España se ahorra poco y se invierte mal o de forma poco eficiente. La gran aversión al riesgo que tradicionalmente sufre el ciudadano español agudizada aún más tras los sonados fiascos financieros en los últimos años (preferentes, fondos inmobiliarios y garantizados, la salida a Bolsa de Bankia, Lehman Brothers, etc.), lo que favorece una estructura de ahorro excesivamente conservadora.

    A esto hay que añadir que la forma de cómo ahorrar de los españoles tiene su explicación en que la mayor parte del dinero se destina a la compra de la vivienda, con lo cual queda poco dinero para ahorrar en otros productos financieros, algo que no sucede en igual medida en el resto de Europa. Esa es una de las características que más nos diferencian de otros países de la UE en donde prima el sistema de alquileres.

    Por otra parte, cuando el ahorro es muy bajo no se siente la necesidad de buscar la diversificación, lo que explica que el ahorro se concentre en productos de bajo riesgo. Esa pequeña cantidad que no va al ladrillo, si es que queda algo, va a parar a los depósitos y efectivo en porcentajes muy superiores a la media europea. En cambio, en esos países los ciudadanos se decantan principalmente por invertir en activos como fondos de pensiones y seguros, generando cifras que sobrepasan en más del doble a las que se invierten en España.

    Paradójicamente, en contra de lo que se pudiera pensar a la vista de estos datos, los hogares españoles saben cómo ahorrar y no son más conservadores que los de otros países europeos. Opciones de riesgo como las acciones y los fondos de inversión arrojan cifras superiores en España que en otros países de la zona euro.

    Son varios los factores que han contribuido a estas diferencias tan evidentes:

    • Las dificultades concernientes a la renta y su distribución.
    • La incorporación a la zona euro y la instauración de tipos de interés muy reducidos.
    • Los beneficios fiscales por la compra de la vivienda.
    • El alto precio de los alquileres que eran similares a los que se pagaban por una hipoteca.
    • Y, sobre todo, la cultura financiera del país, o mejor dicho, la falta de cultura financiera del país.