Resumen del contenido
Como contribuyentes, es importante saber que no todos los impuestos que se pagan afectan en igual porcentaje a todos los ciudadanos. La cantidad de renta o ingresos que tengas afecta en que puedas pagar un porcentaje mayor o menor en determinados tributos. Se diferencian, así, dos tipos fundamentales: impuestos progresivos y regresivos.
Impuestos progresivos
En los impuestos progresivos el porcentaje que supone el impuesto crece –progresa- cuanto mayor es la base impositiva sobre la que debe aplicarse. Es decir, de manera general, las personas con mayores rentas o ingresos al pagar impuestos progresivos soportan una mayor carga impositiva. El objetivo del impuesto progresivo es ser equitativo con los ciudadanos, aplicando una mayor responsabilidad de contribución a las personas con mayores patrimonios, bienes o rentas según la naturaleza del impuesto progresivo.
Los tipos tributarios crecientes o progresivos se establecen en torno a tres formas diferentes de aplicar la progresividad o aumento del porcentaje a pagar por el contribuyente. De esta forma, se pueden distinguir progresividad por clases, por escalones o continua.
Impuestos progresivos por clases
La administración distingue, establece y define diferentes grupos de renta. A cada grupo, le aplica un solo porcentaje que sirve para calcular la cantidad a liquidar por todas las personas que forman parte de ese grupo y cumplen con las condiciones establecidas.
Impuestos progresivos por escalones
Se organizan diferentes escalones con respecto a la renta. A cada escalón se le aplica un tipo impositivo diferente. La progresividad hace que cuanto más alto sea el escalón, más elevado será el porcentaje impositivo a aplicar.
Impuestos progresivos continuos
Cada renta está sujeta a su propio porcentaje impositivo. Las divisiones entre rentas para gravar los tributos son de carácter infinitesimal, lo que significa que las diferencias entre rentas se tienen en cuenta por muy pequeñas que sean y afectan en el porcentaje del tributo. En este esquema, a cada renta le corresponde un tipo impositivo distinto.
Frente a los impuestos progresivos y en oposición a ellos, se encuentran los tributos de tipo regresivo.
Impuestos regresivos
Las rentas más altas soportan una menor carga de impuestos en el caso de los tributos de tipo decreciente o regresivo, ya que cuanto mayor es la renta o los ingresos, en definitiva, cuanta más alta sea la base impositiva, menor será el porcentaje a pagar en calidad de impuesto.
Los impuestos regresivos gravan en menor medida las bases impositivas más altas y en consonancia, las menores bases soportan un tipo impositivo más alto. Se establece una relación inversa entre la capacidad económica del contribuyente y el impuesto regresivo.
Entre el impuesto regresivo y el positivo, se sitúa el proporcional, que se considera un término medio entre el decreciente y el creciente. En este caso, el porcentaje impositivo es siempre el mismo, aunque como las bases sobre las que se aplican son diferentes (y como consecuencia, la aportación del contribuyente es superior si la base es mayor), la contribución del ciudadano es proporcional a su base imponible.
El ejemplo más conocido de impuesto progresivo o creciente es el Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF) que se establece en función de tramos, el impuesto de sociedades por su parte es un impuesto proporcional.
Como ciudadano, estás sujeto al pago de impuestos progresivos, regresivos y proporcionales en cada caso y según tus posesiones y el uso de las mismas. El Plan de Pensiones MAPFRE te permite completar tu paga de jubilación para poder mantener tu poder adquisitivo y afrontar sin problemas las cargas impositivas que correspondan en cada caso.