Noche Vieja y el inicio del año es quizá el momento que más tradiciones ocultistas acumula. Los más supersticiosos ponen en práctica pequeños actos que prometen grandes beneficios, por supuesto sin base científica alguna, pero que conforman un ritual que se debe llevar a cabo para no caer abocados al fracaso en los doce meses siguientes.

    Según un estudio realizado por Kansas State University, la explicación de esta fe ciega en las supercherías se debe a tres razones: por un lado, es una forma de aumentar el control ante la incertidumbre; ayuda a reducir el sentimiento de impotencia; y, por último, a estas personas les resulta más sencillo confiar en supersticiones que desarrollar estrategias para afrontar realmente ciertas situaciones.

    Sea como fuere, lo cierto es que muchas de estas prácticas se han convertido en actos instintivos que realizamos casi sin pensarlo, y que forman parte del ritual de bienvenida del nuevo año que hemos heredado de generación en generación.

    Uvas de la suerte

    Esta es, quizá, la superstición más arraigada. Tanto, que se ha convertido en la tradición imprescindible del 31 de diciembre. La costumbre de comer doce uvas –una por cada campanada a las doce de la noche- se remonta a principios del siglo pasado. Un excedente registrado en la producción de uva en Alicante obligó a los agricultores a comercializarla de todas las formas posibles. Desde entonces, se ha consolidado como un símbolo de buena suerte para el nuevo año.

    Prenda roja

    El rojo se asocia con el amor, la pasión y la prosperidad. Por eso muchos creen que incluyendo este color en alguna prenda de ropa -preferiblemente interior- conseguirán que el año venidero esté repleto de cosas buenas.

    Repartir besos

    ¿Pensabas que esta costumbre era para felicitar a tus seres queridos por estar juntos un año más? Pues nada más lejos de la realidad. Su finalidad es conseguir pareja en el nuevo año. Pero cuidado a quien besas: si lo haces a una mujer, tendrás novia; y si lo haces a un hombre, novio.

    Empezar con el pie derecho

    Uno de los actos instintivos con los que suelen empezar nuestras abuelas el año nuevo es pisando el suelo con el pie derecho. Tras las campanadas, dan un golpe con el pie correspondiente y ya tienen otros doce meses favorables.

    Anillo en la copa

    Cuando empiece el año y sea el momento del brindis, es tradición meter un anillo de oro en la copa y beber (con cuidado, no sea que en vez de suerte tengas la desgracia de atragantarte). Los supersticiosos creen que el oro atrae más oro. Será cuestión de esperar a ver si llega en el 2018.

    Abrir puertas y ventanas

    Para deshacerse de los malos recuerdos y los problemas, no basta con olvidarlos o solucionarlos. La tradición dicta que, en la última noche del año, debemos abrir las puertas y ventanas de la casa para que los malos augurios vuelen libres. Habrá que cruzar los dedos para que las temperaturas no sean muy bajas.

    Lo cierto es que tradiciones hay tantas como familias. Cada una de ellas tiene sus propias costumbres y sigue los rituales que han ido pasando de generación en generación hasta consolidarse como parte de la rutina del último día del año. Pero si tú no quieres dejar el bienestar de los tuyos al azar, recuerda que el Seguro de Hogar MAPFRE pone a tu disposición los mejores servicios y las coberturas más completas que te ayudarán a empezar (y continuar) el año con buen pie.