Es una realidad habitual en muchos hogares: la pensión de los abuelos ayuda a llegar a fin de mes a sus hijos también, y a sus nietos. Conocemos casos de esa índole en nuestro barrio, en nuestro entorno, y no deja de parecernos uno de los grandes dramas españoles del siglo XXI: personas que han levantado el país y que deben seguir manteniendo a las generaciones que vienen después.

¿Por qué pasa esto? El paro y la crisis económica son las principales razones para estar en esta situación tan poco apetecible, ya que muchas familias tienen uno o varios miembros en situación de paro de larga duración, y los únicos ingresos que se perciben los aportan los abuelos con sus, en general, limitadas pensiones de jubilación. ¿Tiene esto visos de mejorar? ¿Cómo se puede revertir la situación, o cambiar la tendencia?

Lo primero es lo primero: la pensión de nuestros abuelos, de los jubilados en general, debería estar destinada a disfrutar de una etapa que es, principalmente, para ellos mismos. Un período en el que se supone que dejan su puesto de cabezas de familia, de sustento de sus hijos, y que estos son capaces de desarrollar su propia vida y mantener a sus familias.
Esto es la teoría pura, pero desgraciadamente no se puede aplicar hoy a muchos núcleos familiares. La solución no está al alcance de la mano, ni es inmediata, pues si lo fuese ya se habría aplicado.

Cómo mejorar esta situación

El mercado laboral debe remontar, y eso, según los expertos, llevará al menos los mismos años que llevamos de crisis. Al menos, porque normalmente se crea empleo a un ritmo más lento del que se destruye. Con ese panorama, podemos pensar que a nosotros nos tocará algo de lo mismo en nuestra futura jubilación, pero además con pensiones de menor cuantía.

No sabemos qué va a pasar en el futuro, pero si nos regimos por lo que vivimos hoy, no es nada halagüeño: podríamos ser otra generación más que trabaja sin descanso para mantenernos, mantener a nuestros hijos y, a lo mejor, a sus nietos.

Eso es difícil también porque acabamos de decir que hay muchas familias sin recurso alguno, con uno o varios parados de larga duración. Es la pescadilla que se muerde la cola, parados de larga duración que lógicamente no van a ahorrar para el futuro. Probablemente la tercera generación (los nietos de los súper abuelos actuales) deberá mantener a sus hijos, y también a sus padres.

Por eso es tan importante asegurarse, en la medida de las posibilidades disponibles, un futuro más desahogado ahorrando, sin pensar en depender exclusivamente del Gobierno. Si éste se queda sin dinero suficiente, ¿de qué viviremos? ¿Cómo ayudaremos a nuestros hijos? Si en nuestra economía particular vemos que sí que somos capaces de ahorrar, aunque sea o parezca poco, no dejemos de hacerlo.

Nunca se sabe qué va a pasar en el futuro, y posiblemente no queramos comprobarlo en nuestras carnes sin estar bien protegidos.

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