Si sabes cómo se reparte una herencia, te ahorrarás problemas y tiempo en los casos en los que tú seas un beneficiario pero, además, es una información muy práctica para ser consciente de cómo de importante es hacer un testamento o cómo puede una persona en vida dejar organizada su herencia de acuerdo con sus preferencias o decisiones. Cuando la herencia se dispone en vida, es el titular el que decide y lo deja previsto en su testamento.

¿Qué es una herencia?

Hay que ceñirse a la definición legal de herencia para entender posteriormente las normas de distribución. Desde un punto de vista oficial, la herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte.

La herencia se regula mediante Ley, el artículo 667 del Código Civil define: “Se llama testamento al acto por el cual una persona dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos sin perjuicio de las particularidades de cada uno de los derechos forales”.

Con respecto a la definición de herencia hay que destacar que si bien se piensa – desde la ignorancia – en la transmisión de bienes materiales y económicos, lo cierto es que las deudas y otras obligaciones contraídas por el fallecido también se heredan de la misma manera.

¿Cómo se reparte una herencia?

Hay dos escenarios que pueden darse a la hora de repartir una herencia: que exista testamento o que no exista. Entonces, deban seguirse las normas generales establecidas para este tipo de repartos.

Con testamento

Cuando existe testamento, el reparto de la herencia es por lo general más sencillo, rápido y cómodo, incluso más económico. No obstante, hay que recordar que no existe una total libertad a la hora de elaborar un testamento, este debe estar sujeto a ley para ser válido. Por otra parte, hay una gran variedad de testamentos según el caso y las necesidades.

Lo más habitual es que los testamentos se dividan entre la parte de bienes que, obligatoriamente debe reservarse para los herederos forzosos que según determina la ley. Es lo que se conoce popularmente como “la legítima” y una segunda parte que se define como de libre disposición sobre la que el testador decide y predispone en su testamento.

Aun existiendo testamento, los herederos tienen instrumentos legales para cambiar el reparto de bienes si no están de acuerdo o creen que no se ha hecho conforme a justicia y ley. Son los casos de impugnación de testamento. En estas situaciones el reparto de la herencia se extiende en el tiempo y debe ser dirimido en los juzgados previstos para este tipo de casos.

Sin testamento

En el caso de no existir testamento, el reparto se atiende con respecto a la legalidad vigente en cada territorio. La situación o lo derechos de un viudo, en Madrid por ejemplo, no son las mismas que en Navarra por lo que es necesario observar en cada caso particular.

Con carácter general, la herencia sin testamento se reparte en base a los familiares existentes, a quiénes van a parar los bienes, derechos y obligaciones del fallecido. En el caso de existir lo que se denomina herederos forzosos – padres, hijos y/o pareja legal – la herencia se divide en tres partes.

  • Primer tercio: la legítima para herederos forzosos a partes iguales y de acuerdo con la prioridad estipulada por ley entre grados de parentesco.
  • Segundo tercio: es el que se denomina de mejor. Se reparte también entre hijos y descendientes, pero no necesariamente tiene que ser a partes iguales.
  • Tercer tercio: se trata de la parte conocida como libre disposición, pero si el fallecido no ha manifestado su opinión, tendrá que repartirse en función de un acuerdo mayoritario entre herederos o en los juzgados en caso de desacuerdo irreconciliable.

Consejo legal

Sobre el papel, el reparto de una herencia no parece presentar problemas, los bienes se reparten en tres partes, se atiende a las normas de sucesión y parentesco y, de esta manera, todo queda resuelto. Sin embargo, en la práctica y según el caso, suelen surgir desavenencias y problemas en torno a este reparto de bienes entre familiares cuando una persona fallece.

Hay que tener en cuenta que las deudas, las obligaciones fiscales, las formas de aceptar o no una herencia son variadas y que a menudo se hace necesaria la consulta con profesionales especializados en estos trámites. Más aún, si finalmente el caso llega a los tribunales.

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