Previsión y ahorro están tan íntimamente unidos, hablando en términos monetarios, que no se puede concebir el uno sin el otro. Si la previsión por definición es la acción de disponer lo conveniente para atender a contingencias o necesidades previsibles; un plan de ahorro consiste en guardar dinero con algún método ‘como previsión’ para necesidades futuras.

    Aclarado esto, hay que decir que en España no somos muy dados al ahorro. Cuando vienen mal las cosas, como en las recientes crisis financieras, sube el ahorro de las familias porque la situación asusta y se teme por el futuro. Pero en cuanto se vislumbra una cierta mejoría en la economía, el gasto se dispara y el ahorro se deja para mejor (peor) ocasión.

    No obstante, es precisamente en tiempos de bonanza económica  cuando hay que echar mano de la previsión y acordarse de ir acumulando unos ahorros para cuando vengan tiempos peores, que es algo que va a ocurrir sí o sí cuando menos se espera. Y entre esos tiempos peores por venir está la jubilación, según vaticinan todos los expertos en la materia. Es muy posible que lo que se vaya a percibir durante la jubilación no sea suficiente para mantener el nivel de vida que se llevaba durante la etapa de actividad laboral. Especialmente si el aumento de la esperanza de vida y  la baja tasa de natalidad, lleva a que haya más personas y durante más tiempo cobrando una pensión, mientras decrece el número de personas activas que soportarán ese gasto.

    Cómo hacer un plan de ahorro

    Para tratar de mejorar la previsión de ahorro, se pueden adoptar una serie de medidas muy sencillas pero efectivas, que son de sentido común y que, realmente, todo el mundo sabe pero que no se hacen por pereza, por desidia o porque se tiene poca confianza en su efectividad.

    • Determinar un presupuesto mensual ajustado a la realidad para controlar el gasto del hogar.
    • Procurar no endeudarse más allá del 30 por ciento de los ingresos netos.
    • Dominar la tentación en la utilización de las tarjetas bancarias, que es un gasto que no duele porque no se ve el dinero.
    • Revisar todas las facturas de nuestros consumos y comparar ofertas para aprovechar las ventajas de cambiarse de contrato; y otras por el estilo.

    En definitiva, controlar el gasto. Pero, aparte de estas sencillas medidas, el asesoramiento por expertos para contratar productos que ofrezcan no solo rentabilidad sino también seguridad, como los Planes de Pensiones MAPFRE, es fundamental para tener un buen plan de ahorro con vistas a la jubilación o, simplemente, para tener el popular colchón que nos pueda sacar de un apuro en un determinado momento.

    Previsión de ahorro en España

    Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidas al segundo trimestre de 2017 del sector hogares, de la renta disponible, solo se destina al ahorro un 6,5 por ciento, un 0,4 por ciento menos que el trimestre anterior,  mientras que el consumo aumentó un 4,6 por ciento.

    Fintonic, la popular App que ofrece ayuda para controlar las finanzas personales, en su  último estudio afirma que el 23,1 por ciento de los españoles tiene contratado algún producto financiero como previsión de ahorro. De ellos, el 11,9 por ciento se decanta por los planes de pensiones; el 6,8 por ciento invierte en valores; el 6,4 por ciento lo hace a través de fondos y el 5,5 por ciento prefiere los depósitos.

    Pero, en total, es un porcentaje muy bajo que sólo representa a uno de cada cuatro españoles. ¿Qué hace el resto? Muchas personas son conscientes de sus malos hábitos de ahorro y de que esto va a incidir negativamente en su etapa de jubilación, pero no hacen nada.

    Otros aducen que no pueden hacer nada porque no tienen margen de maniobra para hacer otra cosa, y la mayoría trata de contener su nivel de consumo y se limita a adquirir su vivienda en propiedad como única fórmula de ahorro. Pero tampoco hay que cargar exclusivamente sobre los ciudadanos esa falta de estímulo para ahorrar. Gran parte de culpa la tienen los bajísimos tipos de interés, que hacen que resulte poco atractivo guardar el dinero, que con la inflación aún pierde más su valor.